No son series de televisión, aunque permiten una secuencia. No son series de televisión policíacas, aunque pueden ser la raíz y son policíacas. No son asesinos en serie, aunque los hay. Son series de detectives o investigadores: Marlowe, Rebus, Conde, Beck, el agente de la Continental, Bosch, Morck, Jaritos, Romano, Grens, Grave Jones y Coffin Johnson, Sejer, Bevilacqua, Wilhelmsen, Adamsberg, Erlendur... Y se sitúan en cualquier lugar, son de cualquier lugar: la muerte está en todas partes.

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Ofrenda a la tormenta, de Dolores REDONDO




Bien. Ya tenemos el cierre de la trilogía que se sitúa en el valle del Baztán. Ya tenemos la última novela de la misma, Ofrenda a la tormenta –aunque por lo que parece no va a ser la última novela de la protagonista, la inspectora jefe Amaia Salazar, el cierre de la novela nos da pie a pensar en que habrá una siguiente y que posiblemente nos traslademos a Estados Unidos junto al agente del FBI, Aloisius Dupree, pero eso es otra historia–. En apenas dos años han salido de la nada o, mejor dicho, de la cabeza de Dolores Redondo, tres novelas a un ritmo trepidante o al menos a un gran ritmo.

Como el que presenta esta novela y en general la serie. El ritmo es capital en determinadas novelas de intriga o, llamémoslos, thrillers, y en este caso, en esta última novela en particular, el ritmo es casi perfecto, lleva al lector con una gran intensidad, suministrándole los datos de una forma sostenida y desvelándole poco a poco, pero con gran precisión los elementos que van rellenando los huecos, las piezas del puzzle, hasta completar el cuadro perfectamente. Pero quizá ese ritmo de escritura –y también de edición– se debe de acompañar de alguna que otra revisión más, ya que no puede ser que el padre de la niña fallecida y su presunto asesino, Valentín Esparza, sea apuñalado por un compañero de celda cuando ya está en prisión y muera, como nos informan en la página 179, y poco después a partir de la página 314 se sostenga que se ha suicidado. Y eso no puede ocurrir por la sencilla razón de que además no es un caso lateral, sino precisamente el inicio de todo lo que viene después, la novela empieza precisamente con la descripción del asesinato de esa niña. Ya, ya nos damos cuenta de que eso sólo es una excusa para enlazar o, mejor, iniciar todo el entramado de los asesinatos en serie de niñas casi recién nacidas que es el meollo de toda la novela, pero, por favor, que es precisamente eso, el principio.

En fin, no nos detengamos en los problemas. Porque como hemos dicho al principio, la novela no decae, nos atrapa bien, nos lleva bien. Siempre, claro, que ya hayamos entrado en la trilogía a través de las otras dos de la serie, porque como no puede ser de otra forma en una trilogía, la última es como el cierra de las otras también –aunque sí, se puedan leer independientemente–, además, en este caso, se quedaron muchas cosas pendientes que provenían de Legado en los huesos como para no necesitar de una continuación y de un fin, que es lo que se da en Ofrenda a la tormenta.

Recordemos, en El guardián invisible el culpable era el Basajaun mientras que en Legado en los huesos era el Tarttalo –ver la lectura de ambas novelas que ya hemos realizado– y aquí los asesinatos de esas niñas que se han ido produciendo a lo largo de los últimos veinte o treinta años se achaca a Inguma, otro ser mitológico, que necesita del último aliento de niñas apenas nacidas como ofrenda para que las cosas les vayan bien o muy bien a los que creen en él. Y entre los que creen en él está o estaba la madre de Amaia, que se da por desaparecida al cierre de la anterior novela, pero que en la mente de la inspectora sigue estando ahí y es lo que la lleva a insistir y a buscar con más ahínco entre ese entramado que se ha ido creando que mezcla lo mitológico de una cultura apenas conocida, la vasca, y los asesinatos de niñas, sean o no envueltos y disimulados bajo la apariencia de la muerte súbita del bebé, un nombre que sirve para nombrar un hecho que en sí mismo no tiene ninguna explicación científica.

Nuevamente nos encontramos con los conflictos familiares entre las mujeres de la familia de Amaia, entre Ros, que sigue llevando el obrador familiar, y que fue tan protagonista en la primera de las novelas, puesto que ahí se cocinaba el txantxigorri, y Flora, que regresa a Elizondo para hacer el funeral de su madre y que no puede dejar de intentar dominar como siempre lo ha hecho. Pero también están los conflictos en la comisaría, aunque en este caso sea con el jefe Iriarte por el carácter un tanto individua(lista) de la inspectora, a lo que se une lo que pasa con el mejor compañero de Amaia, Jonan. Y, por último, aquí está también el coqueteo constante que se trae con el juez Markina, que se verá entremezclado con los problemas de pareja que empieza a tener con su marido, el escultor americano, James. Pero es este último conflicto, el de la atracción mutua entre el juez y Amaia, el quid de todo el desenlace de la novela y que, desgraciadamente para la misma, es, quizá, demasiado evidente desde casi el inicio de la misma.

Resumiendo, el escaparate sigue siendo perfecto, el valle del Baztán da mucho juego porque se entremezcla con esa mitología y esa lengua vasca tan desconocida fuera de allí. Las tramas y el ritmo de las novelas está muy bien conseguido, te va llevando con una gran sutileza y sin que te des cuenta lees las páginas sin darte cuenta, pero sigue habiendo algunos elementos… Que nos hacen poner siempre unos puntos suspensivos detrás como diciendo si no se podría haber evitado eso, si no hay algunas cosas que deberían haber estado mejor pensadas, mejor elaboradas, mejor entramadas, si esto es un problema de escritura o de estructura o es un problema de dar a los lectores algo demasiado fácil, demasiado obvio, como creyendo que éstos, los lectores de novela policiaca, no necesitan de nada más que de unas extrañas muertes, salpicadas de un poco de mitología, que casa muy bien con un entorno idílico y bello, y una inspectora héroe o, mejor dicho, heroína, y ya está.

Hondarribia, donde desemboca el río Bidasoa o, como se llama en Navarra, el río Batzán, lugar de desenlace de la novela

Y ya está, eso es lo que tenemos. 

Y la pregunta es, ¿nos conformamos?
    





(3) 2014. Ofrenda a la tormenta. Lectura

domingo, 14 de diciembre de 2014

Pájaro callejero, de Janwillem Van de WETERING




Janwillem Van de Wetering
Janwillem Van de Wetering fue un autor apreciado por el mundo editorial en español allá por las décadas de finales de los ochenta y principios de los noventa del siglo pasado, pero olvidado desde entonces para nuestra desgracia. En aquella época se llegaron a traducir y publicar ocho de los catorce libros –si bien tres los escribió posteriormente [ver bibliografía abajo]– de la serie de los policías Grijpstra y De Gier de la Brigada Criminal de la Policía Municipal de Amsterdam repartidos entre dos grandes colecciones: Etiqueta Negra de Júcar y Crimen & Cía. de Versal. Pero desde entonces, y creo que estamos hablando precisamente de la edición de Pájaro callejero que fue en 1990, no se ha vuelto a saber nada de este raro y curioso escritor de novela policiaca ni de esta no menos original serie, con personajes extraños pero a la vez cercanos, con diálogos irónicos y a la vez con un toque sutil de sarcasmo y humor y con tramas elaboradas y nuevas situadas en los canales no menos atrayentes de Amsterdam, propios para mostrarnos las trampas de la pornografía legal y del suministro de estupefacientes en la frontera de esa legalidad.

A la espera de que hagamos una lectura que pretenda ser un recorrido de la serie, al menos de los títulos publicados en español –que será pronto–, nos vamos a centrar en The Streetbird (Pájaro callejero), la novena de la serie y, como hemos dicho antes, la última que se tradujo y publicó al/en español.

En The Streetbird o Pájaro callejero los personajes ya están completamente establecidos, hay ocho títulos antes, y tanto el Brigada –o brigadier o , en esta traducción, ayudante (de las tres formas se traducido su cargo policial en las distintas traducciones)– Hank Grijpstra como el sargento Rinus de Gier siguen ocupando el lugar destacado que el autor les ha ido dando. A ellos se une el comisario –que empezó a tener protagonismo a partir de la segunda de la serie, Tumbleweed (Arrastrado por el viento)–, el jefe de ambos, del que sólo sabemos su nombre de pila, Jan, y de sus constantes problemas de reumatismo, y que junto a los otros dos forma el trío protagonista.

En este caso todo se inicia con el asesinato de uno de los príncipes de los bajos fondos de Amsterdan, el príncipe Obrian, que junto a Gustav y Lennie forman la cúspide de los que dominan la prostitución y el suministro de drogas en el centro de Amsterdam. Luku Obrian muere acribillado a balas muy cerca de una comisaría de ese distrito central de la ciudad y Grijpstra y De Gier se desplazan allí para intentar solucionar el caso. Por ello trabajan codo con codo con el joven policía Cardozo otro que ha ido agrandando su protagonismo a medida que iba avanzando la serie y con los integrantes de aquella comisaría: Jurriaans, el alma mater de la misma, la atractiva ayudante –o brigada– Adèle y los violentos Karate y Ketchup, a los que se une un miembro de la reserva de la policía, Varé, de raza negra y novio de Adèle, que les aporta sus conocimientos de la cultura supersticiosa y cercana a la brujería de los miembros de esa comunidad negra que comienza a ser muy abundante en las cloacas de Amsterdam.


Porque el caso y el libro se mueve en dos frentes, por un lado el descubrimiento de esas supersticiones, de esa terminología particular y de esas prácticas nocivas en las que creen los inmigrantes que provienen de Surinam, como el asesinado Luku Obrian, y los pasos vacilantes para desentrañar el caso de nuestros dos protagonistas y Cardozo dentro de los miembros de esa comisaría, una comisaría que se enfrenta a diario precisamente con los tres mafiosos que dominan los entresijos de los bajos fondos de la capital de los Países Bajos.


Mientras todo eso va ocurriendo, y en paralelo, nos encontramos con el comisario, que se ha introducido subrepticiamente y sin que ningún miembro policial esté al tanto en un hotel situado en la zona, para intentar entresacar información por su cuenta. Ese hotel casualmente es de la amante de Grijpstra, Nellie, una antigua prostituta que precisamente es vecina de Tío Wisi, un anciano negro experto en estas cuestiones de brujería y que ha mantenido una cierta relación con el asesinado Obrian.

Hasta aquí el planteamiento del caso. Pero lo interesante tiene que ver más con lo que no se dice, lo que se oculta en el comportamiento de todos. Porque al final todos se van mostrando y van actuando de una forma aparente o, llamémoslo, superficial, mientras que en el interior, en el fluir de los circuitos internos, todo se digiere de una forma distinta. Así las dos investigaciones –la del comisario y la de Grijpstra y De Gier– van a parar al mismo punto, a la casa de tío Wisi, pero eso sirve sólo para explicar el lado, llamémoslo, supersticioso de la trama, esas voces provenientes de la cultura negra, que provocan miedo más por desconocimiento que por sí mismas; pero por otro lado la investigación oficial, la que proviene de la comisaría, va por el camino trillado, la de la búsqueda de los otros dos matones del hampa de Amsterdam, Gustav y Lennie.

Centro de Amsterdam

Nos encontramos, pues, con una conjunción de elementos, trazados con maestría por el autor, que desembocan en unos diálogos brillantes, en unas escenas y situaciones originales y en muchos casos extravagantes, en unos personajes, sobre todo los centrales, muy bien dibujados, perfectamente perfilados, también extraños, únicos cada uno de ellos y por tanto distintos, con una rasgos perfectamente delimitables y, por último, una trama bien trazada, en la que lo más fácil permanece oculto en una madeja de canales y calles en las que los transparentes escaparates donde se exhiben las prostitutas es lo único que de verdad se muestra sin remilgos porque el resto, lo que ocurre una vez corridas las cortinas, entra dentro del viaje del que consume los estupefacientes de tan fácil circulación por esos mismos canales de Amsterdam.
   





(1) 1975. Outsider in Amsterdam (Extranjero en Amsterdam).
(2) 1976. Tumbleweed (Arrastrado por el viento).
(3) 1976. The Corpse on the Dike (Muerte en el dique).
(4) 1977. Death of a Hawker (Víctima sin rostro).
(5) 1977. The Japanese Corpse.
(6) 1978. The Blond Baboon.
(7) 1979. The Maine Massacre (Masacre en Maine).
(8) 1981. The Mind-Murders (Dios los cría…).
(9) 1983. The Streetbird (Pájaro callejero). Lectura
(10) 1985. The Rattle-Rat.
(11) 1986. Hard Rain (Malos tiempos). Próxima lectura
(12) 1996. The Hollow-Eyed Angel.
(13) 1994. Just a Corpse at Twilinght.
(14) 1997. The Perfidious Parrot.


1999. The Amsterdam Cops: Collected Stories. (Relatos)



Nota: Los títulos y año de edición se han elaborado teniendo en cuenta su publicación en inglés, ya que las traducciones al español se han efectuado a partir de ese idioma. En realidad Jenwillem Van de Wetering escribía sus libros tanto en inglés como en holandés, no traducía del uno al otro, sino que adaptaba su escritura al idioma original de sus lectores.

jueves, 20 de noviembre de 2014

En las fauces del león, de Anne HOLT y Berit REISS-ANDERSEN




Cuarta novela de la serie, esta de Løvens gap, traducida como En las fauces del león, por una nueva traductora para Roja & Negra, que en este mismo año también publicó la tercera, El hijo único, de la que ya hicimos una lectura en su día. Parece que tienen intención los de la editorial de publicar todos los que quedan, si no, no se explicaría esa urgencia repentina por desempolvar una serie que en su lengua original se escribió y editó casi en su totalidad en los años noventa del siglo pasado y que en español se empezó a publicar tardíamente hace unos pocos años por Roca editorial y de la que ha tomado el relevo Roja & Negra.

Decimos que es la número cuatro de ocho –ver bibliografía abajo–, pero con esta son cinco las traducidas ya, puesto que la última de la serie, 1222 –ver lectura–, también se editó aquí hace muy poco, en concreto en el 2013, también en la colección de Roja & Negra. Pero como ya comentamos en su día, allí la protagonista Hanne Wilhelmsen ya no está en la policía, más aún, se encuentra en silla de ruedas, debido a los hechos ocurridos en Sannheten bortenfor, algo así como “Más allá de la verdad” –de la que, viendo como van las cosas, pronto tendremos traducción– y lo que sucede en la novela, en 1222, y por lo que se ve implicada Wilhelmsen, es por encontrarse en un momento y en un lugar inadecuados cuando ocurren los hechos.

Mas volviendo, o empezando, con En las fauces del león –novela escrita por Anne Holt en colaboración con Berit Reiss-Andersen, como luego también ocurrirá con Uten ekko, literalmente, “Sin eco”–, la protagonista, la subinspectora del Grupo de Homicidios de la comisaría de Oslo, Hanne Wilhelmsen en realidad no está en primer plano, ese lo va a ocupar su compañero Billy T., ya que se encuentra en una excedencia de un año y viviendo en Estados Unidos junto a su pareja, la doctora Cecilie Vibe. Y, por tanto, su implicación en los hechos vendrá provocada con el transcurrir de la novela por la trascendencia de los mismos.


Porque lo primero que nos encontramos nada más comenzar la novela es la muerte de la primera ministra noruega, Birgitte Volter, del partido laborista, en su despacho de gobierno, con un tiro en la cabeza con una pistola desaparecida pero de calibre pequeño. Eso ocurre concretamente el viernes, 4 de abril de 1997, en el gabinete de la primera ministra, a las 18:47 de la tarde. Y recalcamos esto porque la novela está sustentada precisamente en la precisión temporal y de lugar, pues todas las escenas se inician precisamente facilitando tal dato y cada capítulo corresponde a cada uno de los días que van pasando hasta que por fin se descubren los hechos, y se descubren de forma un tanto rocambolesca el día 25 de abril en una fiesta organizada por Billy T. y Håkon Sand en casa de éste con motivo del nacimiento del segundo hijo, en este caso una niña, de este fiscal –a pesar de que en la novela se le nombra como inspector, quizá por culpa de la nueva traductora–, que ahora ya vive en pareja con Karen Borg, y que es uno de los pocos amigos de Hanne.

Akersgata, Oslo,
donde se sitúan los edificios más importantes del gobierno noruego

La novela es un tanto compleja, como el asesinato de un primer ministro de cualquier país debe provocar. Y así esta novela se aleja un tanto de las anteriores no sólo porque Hanne no sea la protagonista principal, aunque luego aparezca, como hemos dicho, sino porque el entramado que provoca el posible magnicidio, con no sólo el Grupo de Homicidios implicado sino también los servicios secretos del país, los posibles sospechosos, que pueden ser desde grupos ultraderechistas hasta terroristas de algún tipo, o, incluso, personas cercanas al ámbito de la primera ministra, ya desde el punto de vista político, las intrigas políticas también están, ya desde el punto de vista más estrictamente personal, porque, además, a esto se añade que el asesinato se produce en un sitio cerrado donde se supone que nadie ha entrado y donde los posibles sospechosos de los que se encontraban cerca, la secretaria o el guardia de seguridad, al principio no cuadran que sean los culpables, sino simples testigos. Y, más aún, a eso se une un caso que se está empezando a investigar recientemente, incluso por la prensa, que atañe al ministerio de sanidad –ocupado por una ministra, Ruth-Dorthe Nordgarden, dibujada  como eminentemente incompetente, y adalid de las conspiraciones políticas–, un caso de más de treinta años atrás donde se produjo un considerable aumento de muertes de bebés por muerte súbita durante el transcurso de un año y que atañe de alguna forma a la propia primera ministra y a un juez, Benjamin Grinde, encargado de su investigación, y que precisamente es el último que ha visto con vida a la primera ministra y, además, era amigo personal de ella en los años en los que se produjeron las muertes de los bebés.

Como vemos, un caso complejo y una novela también distinta a las anteriores de la serie y en la que descubrimos un poco más de la vida de Billy T., el compañero de Wilhelmsen, porque va a ser él el elemento vertebrador del relato, es él uno de los encargados de investigar el caso de la primera ministra y de interrogar a los sospechosos, y él el que luego acoge a Hanne en su casa cuando ésta decide venir desde Estados Unidos porque no puede estar alejada de un caso tan importante y que atañe al propio país, aunque no pueda ejercer oficialmente al encontrarse fuera de servicio.

Pero dentro de los entresijos de esta novela de ritmo ágil pero con demasiados flecos, quizá, lo que de alguna forma la salva sea precisamente y a pesar del tinte un tanto lacrimógeno del final, sea, decimos, ese elemento personal y emotivo con el que se cierra la misma, ese elemento de culpa, una culpa llevada a cuestas durante mucho tiempo, demasiado tiempo y que al final por su propio peso es el motivo principal de todo el desarrollo posterior. Porque la culpa, el sentimiento de culpa, es el peor enemigo que nadie puede tener, y el que, sin más, siempre termina ganando.        






(1) 1993. Blind gudinne (La diosa ciega).
(2) 1994. Salige er de som tørster (Bienaventurados los sedientos).
(3) 1995. Demonens død (El hijo único). Lectura
(4) 1997. Løvens gap. (En las fauces del león). Lectura
(5) 1999. Død joker.
(6) 2000. Uten ekko. Escrita con Berit Reiss-Andersen.
(7) 2003. Sannheten bortenfor.
(8) 2007. 1222 (1222). Lectura

2006. Presidentens valg (Una mañana de mayo). [Pertenece a la serie de Inger Johanne Vik e Yngvar Stubø (ver lectura), pero aparece Hanne Wilhelmsen, ya retirada de la policía y en silla de ruedas, como amiga de Vik]

sábado, 15 de noviembre de 2014

Los mares del sur, de Manuel VÁZQUEZ MONTALBÁN




Lectura 1 (de Tatuaje a Los pájaros de Bangkok)


Normalmente cuando alguien hace un comentario de nuevo sobre las novelas de Manuel Vázquez Montalbán y en concreto sobre alguna de las novelas de la serie de Carvalho es porque se cumple alguna efeméride. No sabemos por qué, pero esto es así. Es decir, ahora podríamos decir que esta lectura viene al caso porque este año se cumplirían los 75 años de Vázquez Montalbán o los 75 de Pepe Carvalho, porque según los datos que aparecen en las novelas también Carvalho nació en 1939. o –seguimos– se cumplirían los 35 años de la consagración de la serie con la concesión del premio Planeta a esta novela que nos ocupa, Los mares del sur, o… Pero no, no es el caso. Esta lectura no viene al caso de nada. Es simplemente una lectura que se le debía o se le debe a uno de los mejores escritores de novela negra –y no nos limitamos a ninguna nacionalidad–, y en un blog de novela negra no puede faltar, sin más.

Y como este blog tiene la maldita costumbre de leerse o intentar leerse todos los libros de las series correspondientes para intentar encontrar un hilo que los una –que no siempre existe– y porque, si uno empieza una serie, hay algo que le impulsa a no abandonarla –si la serie lo merece, claro–, pues, como no podía ser menos, vamos a intentar llevarlo a cabo con la serie de Carvalho.

Y para esta ocasión, al ser quince las novelas, a las que se uniría esa primera que no es la primera –luego justificaremos por qué decimos esto– de Yo maté a Kennedy y además una serie de cuentos donde el protagonista también es Carvalho, vamos a dividir las lecturas. Así haremos una primera lectura desde Yo maté a Kennedy –sí, la incluimos, aunque sólo sea para descartarla– hasta Los pájaros de Bangkok, es decir –ver bibliografía abajo– hasta la quinta. E intentaremos dedicar tres lecturas más que distribuiremos como sigue: lectura 2: de La rosa de Alejandría a Roldán, ni vivo ni muerto; lectura 3: de El premio a la última, Milenio Carvalho II: En las antípodas; y, por último, intentaremos hacer una lectura global de los cuentos de Carvalho, cuyos volúmenes sueltos detallamos en la bibliografía, aunque ya han aparecido agrupados en alguna edición.


Porque esa es otra, Vázquez Montalbán y en concreto Carvalho ha sido extraordinariamente beneficiado por los dioses de las ediciones, hay muchas, muchísimas ediciones de sus obras, en los últimos años ha vuelto a aparecer otra edición de sus novelas de la serie agrupadas por temática parece ser y, por tanto, si alguien está dispuesto a seguir leyendo a Carvalho no tiene más que recurrir a las librerías de libro nuevo y si es un poquito más ahorrador a las librerías de libros de segunda mano y se encontrará con todo el arsenal de las ediciones de las novelas de Carvalho –personalmente la edición que me gusta es la Serie Carvalho de Planeta, unos libros negros con la foto de Vázquez Montalbán encima del título y fotografías más que contundentes debajo, aunque si no estoy equivocado la serie no se llegó a completar, le faltan los cuatro o cinco últimos títulos–.


Pero empecemos, después de este largo, larguísimo excursus, como si tuviésemos que justificarnos, en fin…

La primera aparición de Carvalho es en Yo maté a Kennedy, como ya hemos dicho, pero aquí ni es detective privado ni es el protagonista y, algo aún más importante, el estilo, mientras las novelas de Carvalho son la típica novela naturalista de serie negra, con sus matices, claro, ésta de Yo maté a Kennedy es una novela experimental muy dada en la época de su publicación dentro de la literatura española, que ya había empezado con la moda allá por los primeros 60 con Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos, pero a las que habría que añadir las de Juan Goytisolo y otros, y ésta misma de Vázquez Montalbán.

Donde sí se inicia la serie es en Tatuaje en la que un Carvalho de treinta y siete años aparece así retratado: “hombre alto, moreno, treintañero, algo desaliñado a pesar de llevar ropas caras de sastrería del Ensanche…”, y posteriormente en diálogo con Teresa Marsé, una de las amantes del asesinado del tatuaje –que luego también aparecerá en Los pájaros de Bangkok– se define como “un ex poli, ex marxista y gourmet”. Y aquí tenemos al Carvalho retratado por sí mismo que aparecerá en sus novelas. Por tanto, ya tenemos lo principal. Pero también está su relación con Charo, una prostituta de clientes fijos que no hace la calle, una relación que mantendrá a lo largo de las novelas, y el trato con su confidente el Bromuro, que también será continuado, pero todavía no con Biscuter, su fiel cocinero y secretario, ex convicto, que vivirá en su oficina de la Rambla de Santa Mónica, pero que aparecerá en la siguiente, La soledad del manager. Sólo nos falta por ahora, el abogado Enric Fuster, el vecino comensal con el que se da esas comilonas impresionantes que también va describiendo a lo largo de las novelas.

La trama de Tatuaje se presenta por la aparición en la playa, desnudo, de un cuerpo de un joven con un tatuaje en la piel y la contratación de Carvalho por parte del gerente de una peluquería para descubrir la identidad de ese joven. Las pesquisas le llevan a otro elemento que es una constante en sus novelas, el viaje, en este caso a Amsterdam, para descubrir los antecedentes de ese joven desconocido –mucho se ha hablado de la serie de Carvalho como la plasmación perfecta de Barcelona, que lo es, pero se obvio que una característica señera de la misma es la presentación de otros lares, como huyendo precisamente de éste–. El viaje, decimos, es algo habitual, aunque ni en La soledad del manager ni en la siguiente, Los mares del sur, se dé explícitamente, aunque sí se da de alguna forma. En La soledad del manager está presente en los flashback, en los recuerdos de la juerga que se corrieron en San Francisco y Las Vegas, Carvalho, cuando aún era agente de la CIA, junto a los dos muertos de la novela, el manager de la Petnay, Antonio Jaumá, y un inspector de la misma, el alemán Rhomberg. Jaumá es encontrado asesinado con unas bragas de mujer en el bolsillo y Carvalho será contratado por la viuda de Jaumá porque no se cree que todo se daba a un asunto de faldas. También el viaje está presente en Los mares del sur, aunque en este caso son dos viajes, uno ideal o idealizado a esas islas maravillosas del sur asiático y otro al barrio periférico de San Magín, realizado precisamente por el constructor del mismo y protagonista muerto que propicia el caso, Stuart Pedrell. Ese viaje, pues, está presente de forma simbólica de múltiples maneras. También aparece en las dos siguientes, si bien en la que sigue, Asesinato en el Comité Central, el viaje es a Madrid, y a las entrañas del que fuera su partido político, el PCE, el partido comunista, para investigar la muerte de su líder, Fernando Garrido, en plena asamblea del partido. Viaje éste al interior político del comunismo español y viaje físico a las calles del Madrid más céntrico. Y, por último, un viaje esta vez no simbólico a Tailandia, en Los pájaros de Bangkok, para encontrar a Teresa Marsé –ya mencionada–, huida junto a su nuevo amante, Archit, un gigoló de Bangkok dedicado al pequeño trapicheo al que se le ha ido la mano, y perseguida por eso por uno de los capos de la ciudad, Jungle Kid.

Al pinchar se observa la Rambla de Santa Mónica,
donde tiene la oficina Carvalho

En fin terminamos este comentario que se ha alargado demasiado, si algo tiene la serie de Carvalho, y Los mares del sur es un exponente excepcional, es su capacidad para trasladarnos, es decir, para dirigirnos, para llevarnos con él, sin que nos demos cuenta o sí –y ahí está la excelencia– hacia territorios físicos, simbólicos, ya políticos o sentimentales ya emotivos e ideológicos que transitamos encantados a pesar de que lo que perseguimos sea quizá lo peor de todo, el dolor que provoca el desvelamiento, y aquí empleamos la expresión en su sentido etimológico de quitar el velo, que es lo que significaba desde los griegos la palabra verdad.       






(0) 1972. Yo maté a Kennedy. [Aparece Carvalho como agente de la CIA]

(1) 1975. Tatuaje.
(7) 1986. El balneario.
(10) 1993. Sabotaje olímpico.
(12) 1996. El premio.


Libros de relatos o relatos donde aparece Carvalho:

1997. "La muchacha que pudo ser Emmanuelle". [Incluido en Cuentos negros, 2011]

lunes, 20 de octubre de 2014

El leopardo, de Jo NESBØ




“La injusticia es parte de la maquinaria. Es la maquinaria”.

Esto se dice justo al final de Panserhjerte (El leopardo), en el décimo y último capítulo, en la página 675, en una conversación entre el antagonista de la policía Mikael Bellman –luego hablaremos de él– y uno de los sospechosos de los asesinatos que han ido ocurriendo en el transcurso de la misma, Sigurd Altman, en la que se insinúa o, más bien, se dice abiertamente el quid de las novelas de Jo Nesbø, que es el quid de la personalidad de Harry Hole- Un enunciado con el que ambos están de acuerdo, como sus mismos hechos testifican. De ahí, seguimos la reflexión que nos propone Nesbø, esas continuas huidas de Hole, esas caídas al pozo profundo del protagonista que jalonan constantemente las novelas de la serie, esos periodos de alcoholismo descontrolado o esos constantes abandonos de su tarea policial.

Y de uno de esos periodos viene a sacarlo Kaja Solness, la que será nueva compañera de Hole, tanto en la labor policial como sentimental, que es enviada por Gunnar Hagen, el jefe de Hole en la Brigada de Delitos Violentos de la policía de Oslo, a Hong Kong, a buscar a nuestro héroe por los mercados y casuchas de esta ciudad, que es donde ha huido esta vez después de los sucesos de la anterior novela y las consecuencias que provocaron –Rakel Fauke y su hijo Oleg ya no viven en Noruega–. Y sí, allí está Hole drogándose con opio y apostando y perdiendo a las carreras.

Mientras que en Oslo hay dos hechos que terminan por hacer que vuelva: uno, la enfermedad terminal de su padre, Olav, y, otro, dos mujeres muertas con el mismo tipo de heridas en la boca provocadas por no se sabe qué ni por quién.



Y en Oslo, Hole se va a encontrar con la casi desaparición de su unidad de Delitos Violentos, engullida por la nueva unidad de Kripos, dirigida por el ya citado Mikael Bellman, que pretende asumir todo el poder en Noruega con respecto a las investigaciones por asesinato. Nuevamente, como en su época con Tom Waaler –desde Petirrojo hasta La estrella del diablo (ver bibliografía), remito a mi lectura de El muñeco de nieve donde hacíamos un pequeño recorrido por el resto de libros de la serie–, nos encontramos con dos tipos de policías, los que, como decimos al principio, asumen que la injusticia, el mal, es parte del juego, también del juego policial, y que cualquier método es bueno con tal de conseguir los objetivos y, como recompensa, subir en el escalafón, y los que se sitúan en una posición ambigua, como Hole, que puede llegar a actuar en ciertos momentos y llevado por las circunstancias de una forma desproporcionada pero que en el fondo luchan constantemente y con ingenuidad por mantener dentro de uno un poco de dignidad, aunque sea mínima.

Y por tanto toda la novela, en la búsqueda del asesino que se ha ido cargando a todos los que estaban en la cabaña de Håvass, paraje ideal para hacer esquí de montaña, es también una confrontación para ver quién lo encuentra y descubre primero. Para ello Hole tendrá la única ayuda de Kaja, que de alguna forma sustituye a Katrine Bratt, como pareja protagonista de la novela anterior –aunque aquí también aparezca y le ayude, como experta en búsquedas en la red de los huellas digitales que todos vamos dejando, desde su sanatorio de enfermos psíquicos en Bergen–, y de Bjorn Holm, ayudante de Beate Lønn en rastros. Y con esos escasos medios no sólo se enfrentará al asesino que sigue actuando sino también a todo el aparato de Kripos, encabezado por Bellman y sus subalternos Beavis Bernsten y el finés Jussi Kolkka, más toda la maquinaria policial de Oslo y del Ministerio de Justicia detrás.

Zona al sur de Oslo donde se sitúa la cabaña de Havass,
donde se produce la avalancha de nieve. 
El leopardo no se circunscribe a territorio noruego como había ocurrido en las anteriores de la serie –excepción de las dos primeras aún no traducidas al español–, al principio de la novela, como ya hemos dicho, viaja a Hong Kong y en el transcurso de la misma, en el inicio de las pesquisas viaja a Alemania y al Congo para encontrar esa extraña arma asesina y en el colofón vuelve a este país africano, y además no se circunscribe únicamente a cazar al asesino sino que se sumerge en el dolor que provoca la consumación de un ser querido, del padre de Hole, y la incomprensión y la falta de palabras con lo que al final termina todo; pero del resto, está todo lo que tenía que estar, la agilidad en la escritura y sucesión de escenas, lo que provoca que a pesar de ser una novela de casi setecientas páginas, el ritmo sea rápido, y está la descripción sin censuras del sufrimiento y muerte de las víctimas, y está o están las mentes asesinas funcionando con sólo el propósito de hacer daño y matar, como tantos otros asesinos que nos hemos ido encontrando en sus novelas, también están las mentiras que siempre se encuentran debajo de la superficie, incluso las mentiras de los que están al lado, o los sospechosos casi casi culpables que luego se descubre que no y …; y esta vez nos encontramos con una escena completamente sobrecogedora, la de la avalancha de nieve del capítulo seis que termina sepultando la cabaña de Håvass con Kaja y Hole dentro, de verdad, sobrecogedora y angustiosa, y sí, aunque resulte paradójico, para no perderse entre tanta nieve.          

En definitiva, cerrábamos nuestro comentario a la lectura de El muñeco de nieve augurando la repetición de clichés como una de las características de las novelas de Nesbø y que posiblemente ocurriera lo mismo en El leopardo, y claro, el autor no nos ha decepcionado, aunque hay algún elemento, llamémosle, reflexivo, por un lado, y vital, por otro, que nos hace al protagonista, Harry Hole, un poco más cercano, y hasta comprensible su personalidad autodestructiva. Quizá la próxima novela en esta su nueva editorial española que se sitúa tres años después de lo ocurrido en esta, Gjenferd –algo así como “El retorno”–, nos encontremos con un Hole distinto, quizá haya dejado de beber y de destrozarse física y psíquicamente, quizá sea un nuevo Hole que vuelve a Oslo para hacer lo que siempre ha hecho y no ha podido dejar de hacer, que es –simplemente– perseguir a los que hacen daño a los demás.






(1) 1997. Flaggermusmannen.
(2) 1998. Kakerlakkene.
(3) 2000. Rødstrupe (Petirrojo).
(4) 2002. Sorgenfri (Némesis).
(5) 2003. Marekors (La estrella del diablo).
(6) 2005. Frelseren (El redentor).
(7) 2007. Snømannen (El muñeco de nieve). Lectura
(8) 2009. Panserhjerte (El leopardo). Lectura
(9) 2011. Gjenferd.
(10) 2013. Politi

jueves, 16 de octubre de 2014

Miedo a las aguas oscuras, de Craig RUSSELL




A Fear of Dark Water o, traducida al español, Miedo a las aguas oscuras, es la sexta y última –ver bibliografía– hasta el momento de las novelas protagonizadas por el Krimminaialhauptkommissar Jan Fabel de la brigada de homicidios de la Polizei de Hamburgo. La sexta y última traducida de la serie, con lo que su autor, Craig Russell, es de los privilegiados que ha conseguido que todas las novelas de la serie lo hayan sido ya, y eso, no cabe duda, por méritos propios ya que las novelas enganchan porque están perfectamente construidas y urdidas de tal modo que su complejidad no sea óbice para sentirse atrapado hasta el final. En lo que sigue intentaremos aclarar el porqué.

Decimos que enganchan y el inicio de esta Miedo a las aguas profundas es un ejemplo de cómo una simple escena te hace poner los pelos de punta, y no estamos hablando de un asesinato sino de la angustia de un hombre Dominik Korn sumergido en las profundidades del océano a más de 3000 metros en un prototipo experimental, el Pharos Uno, y que lucha por salir a la superficie antes de ser engullido por el abismo.

Pero todo esto sucede quince años antes de los acontecimientos en el presente. Y los hechos del presente, al contrario que todas las anteriores novelas de la serie, se dirigen hacia el futuro de la humanidad y su posible debacle medioambiental, mientras que las cinco primeras novelas tenían su punto de mira más en el pasado, en la mitología nórdica de Odín –la primera de la serie, Blood Eagle (Muerte en Hamburgo), y la quinta, The Valkyrie Song (La venganza de la Valquiria)– o en leyendas –o cuentos de los hermanos Grimm basados en leyendas nórdicas, como en Brother Grimm (Cuento de muerte), la segunda de la serie– e, incluso, la reencarnación y la memoria heredada –en Eternal (Resurrección), tercera de la serie–, o, por último, con cierto canibalismo como antecesor de la fiesta de la carne que es el carnaval –The Carnival Master (El Señor del Carnaval), cuarta de la serie–.

Pero además de las tramas, como decimos, complejas pero fascinantes, los personajes también brillan, principalmente Jan Fabel, separado con una hija, un comisario de orígenes escoceses –como el autor– por parte de madre y frisios por parte paterna, pero establecido en Hamburgo, y cuya evolución a lo largo de las novelas –no sólo como policía sino también en su vida personal, su relación con la psicóloga criminal Sussane Eckhardt, que va del enamoramiento a la vida en común, ocupa toda la serie– le lleva incluso a plantearse la posibilidad de abandonar la policía en la cuarta de la serie, precisamente acentúa aún más su protagonismo. Y esa posibilidad de abandonarlo todo viene propiciada por lo que les va sucediendo a los compañeros de la brigada de homicidios, donde alguna que otra casi muere o, incluso, alguno muere, además de producirse algún desequilibrio mental que provoca esas dudas en la mente del comisario. Aun así, nos encontramos con algunos que van permaneciendo junto a Fabel, al pie del cañón a pesar de todo, Otto Werner, el más fiel, Anna Wolff, que a pesar de su rebeldía, sigue ahí, o antes Maria Klee –que desde el principio de la serie se ve envuelta en situaciones que terminarán por hacer mella–, o la última que se suma procedente de delitos infantiles, Nicola Brüggemann, que aparece en Miedo a las aguas profundas.


Y lo que también se destaca en esta serie es la ciudad de Hamburgo –con la excepción de El Señor del Carnaval en la que nos desplazamos a Colonia, otra bella ciudad alemana–, con su larga historia de ciudad comercial, capital de la liga hanseática, y sus atractivas calles y edificios ahí está el futuro edificio de la Ópera que se menciona en La venganza de la Valquiria, y sus canales como las venas que recorren todas las articulaciones de la ciudad.

Y caemos en las tramas. Unas tramas siempre bien llevadas donde la maldad impera, y predominantemente una maldad que siempre o casi siempre viene del este de Europa. Así en Muerte en Hamburgo una serie de asesinatos rituales donde el asesino o asesinos convierten a sus víctimas, mujeres, en una imagen simbólica, extrayendo y colocando los pulmones hacia fuera simulando las alas del águila sangrienta de la mitología vikinga, deriva en la persecución de una asesino despiadado que posteriormente aparecerá también en El Señor del Carnaval. Mientras en Cuento de muerte los asesinatos son el ejemplo perfecto de que no hay distinción entre realidad y literatura, como los cuentos de los hermanos Grimm extraídos de antiguas leyendas basadas en hechos reales testifican. En cambio en Resurrección –una mala traducción de Eternal– el pasado es más cercano y tiene que ver con los grupúsculos terroristas de raíz político anarquista o de extrema izquierda que surgieron en Alemania allá por finales de los setenta y principios de los ochenta del siglo pasado, en este caso “Los Resucitados”, y la traición a su cabecilla, Franz “el rojo”. La venganza en este caso se ve mezclada con el sentimiento de que la memoria puede provenir de otras vidas anteriores y de que la historia se repite. También la venganza, como indica su título, es el tema de La venganza de la Valquiria –las Valquirias eran las siervas asesinas de Odín–, y estamos dando un salto a la quinta de la serie, y en este caso la trama trata de asesinas profesionales formadas en la antigua República Democrática de Alemania –otra vez el mal viene del este–, tres adolescentes entrenadas hasta la maestría en el arte de matar. Retrocedemos hasta la cuarta, El Señor del Carnaval, y nos desplazamos a Colonia, como ya hemos dicho, para encontrarnos con una trama paralela, o, mejor, con dos tramas, una los asesinatos que se producen sólo en el Weiberfastnacht, es decir, la noche del carnaval de las mujeres, donde en los últimos dos años ha aparecido muerta una mujer a la que le falta un trozo de nalga. Allí se verá abocado un Jan Fabel, que se plantea abandonar la policía, pero que además teme por la salud mental de Maria Klee, una de sus compañeras, que sigue persiguiendo al fantasma que casi la mata en la primera novela de la serie, y este es el otro hilo que sustenta la novela, la búsqueda del demonio ucraniano.

Milchstrasse, en la zona de Pöseldorf de Hamburgo,
donde tiene su apartamento Jan Fabel en las primeras novelas de la serie
(para acercarse pinchar en la imagen)

Y, por último, la novela que nos ocupa, donde hay, como dijimos, algo que la diferencia de las previas, y es que la trama se sitúa en un presente que mira al futuro. En Miedo a las aguas oscuras nos encontramos con una secta que en realidad es una gran empresa o con una empresa que en realidad parece una gran secta, cuyo objetivo, aparte del meramente económico, parece ser el de salvaguardar el futuro medioambiental del planeta. Para ello las nuevas tecnologías también cobran un gran protagonismo y la intriga se sustenta en los senderos oscuros de Internet y en las vidas paralelas que se pueden vivir en la red. A eso, claro, se le unen una serie de cuerpos que van apareciendo en los canales de Hamburgo.

Elbphilharmonie (edificio de la Ópera de Hamburgo,
todavía en construcción. Prevista su inauguración en 2015).
Aparece mencionado en La venganza de la Valquiria.
Cada una de estas novelas que hemos tratado de resumir merecería un comentario aparte, por su complejidad argumental, por la maestría con las que el autor las narra y las ensambla, por el desarrollo y los vaivenes que sufren los personajes principales, por la espléndida Hamburgo, pero en este caso nos hemos limitado a esbozar un pequeño hilo que las une, dejando para más adelante un comentario más exhaustivo de alguna de ellas –sin olvidar que de este autor tenemos otra serie, la del detective privado Lennox, casi completamente traducida al español, que es sin discusión novela negra de la buena, trasladada al Glasgow de los años cincuenta (ver lectura)–.                
   





(1) 2005. Blood Eagle (Muerte en Hamburgo).
(2) 2006. Brother Grimm (Cuento de muerte).
(3) 2007. Eternal (Resurrección).
(4) 2008. The Carnival Master (El Señor del Carnaval).
(5) 2009. The Valkyrie Song (La venganza de la Valquiria).
(6) 2011. A Fear of Dark Water (Miedo a las aguas oscuras). Lectura