No son series de televisión, aunque permiten una secuencia. No son series de televisión policíacas, aunque pueden ser la raíz y son policíacas. No son asesinos en serie, aunque los hay. Son series de detectives o investigadores: Marlowe, Rebus, Conde, Beck, el agente de la Continental, Bosch, Morck, Jaritos, Romano, Grens, Grave Jones y Coffin Johnson, Sejer, Bevilacqua, Wilhelmsen, Adamsberg, Erlendur... Y se sitúan en cualquier lugar, son de cualquier lugar: la muerte está en todas partes.

lunes, 28 de abril de 2014

El hijo único, de Anne HOLT




Demonens død o, como se ha traducido aquí, El hijo único –evidentemente sin guardar fidelidad al título original, que se traduciría como "La muerte del demonio"–, es la tercera novela de la serie de la subinspectora del Grupo de Homicidios de la comisaría de Oslo Hanne Wilhelmsen. Hasta ahora se habían publicado en español las dos primeras y la última –de la que hice una lectura cuando salió su traducción en el 2013–, aunque ésta se sitúa bastante alejada de las siete primeras –ver bibliografía– tanto en el tiempo de su escritura como en la trama en sí, ya que Wilhelmsen ya había dejado de ser policía y se encuentra en una silla de ruedas y por tanto el caso tiene que ver más con la casualidad de que se encuentre en el tren y después en el hotel donde ocurren los hechos que con la necesidad de investigarlos, que en un principio brilla por su ausencia, como ya comenté en su momento.

Volviendo a la novela que nos ocupa, El hijo único se publicó originalmente en 1995 y se sitúa detrás de Blind gudinne (La diosa ciega) y de Salige er de som torster (Bienaventurados los sedientos), primera y segunda de la serie respectivamente. Y aunque apenas se aleja uno y dos años de las anteriores, su trama sí que tiene alguna diferencia con ellas, como iremos viendo.

La diosa ciega le sirvió a su autora para introducir a los personajes principales de la serie. Aquí por primera vez nos encontramos con la subinspectora Hanne Wilhelmsen y también con el fiscal adjunto Håkon Sand. La primera una persona hermética, muy celosa de su intimidad, que no sabemos muy bien si es debido a su homosexualidad, que por otro lado tiene perfectamente asumida, aunque se supone que es con respecto a los demás, en un ámbito, el policial, quizá donde pudiera estar no muy bien vista esa tendencia sexual, pero todo esto son apenas elucubraciones, pues da a entender la novela y la serie en general que el problema es más bien de la propia protagonista y su miedo a expresarse más que a otra cosa. En cuanto al fiscal adjunto, Håkon Sand, su carácter o su tara, si es que hablamos de esto, es más bien su cortedad, es decir, que no es un hombre con grandes dotes, y quizá comparado con los que le rodean, sea esa precisamente la característica que se destaca. Y más si tomamos en cuenta a Karen Borg, amiga de éste –que luego será algo más–, también abogada, pero en su caso estudiante ejemplar y con éxito en su carrera de abogada, aunque no en el ámbito de lo penal, que no es el suyo. A ellos habría que añadir a personajes algo secundarios como Billy T. o la pareja de Hanne, Cecilie, una médico, que en cuanto a personalidad se aleja bastante del hermetismo de su chica y de ahí algunos conflictos que se van a ir viendo en la serie.

Como decimos, la trama de La diosa ciega es bastante enrevesada, con una serie de muertes, la primera de un drogadicto, posiblemente ocasionada en un principio por la mula, un holandés llamado Han van der Kerch, pero que luego se va a complicar con el asesinato de un abogado, Hans A. Olsen, cuya conexión va a ser lo que les va a llevar a Hanne y a Håkon hacia una trama muy bien organizada y que se dirige hacia altos cargos de la justicia del país, y cuyo final no deja de resultar un tanto rocambolesco.

Algo más sencilla es la trama de Bienaventurados los sedientos, novela más corta, con menos aspiraciones, podríamos decir, y que tiene el tema de la violación de mujeres y del racismo como elementos vertebradores, aunque quizá éste último esté menos desarrollado. Unos escenarios cubiertos de gran cantidad de sangre, tanto humana como animal, pero sin víctimas, que aparecen todos los sábados, unido a la “errónea” violación de Kristine Haverstad, también ocurrida un sábado por la noche, hará que Hanne poco a poco vaya atando cabos y relacione ambos sucesos. Siguen trabajando codo con codo Wilhelmsen y Sand, aunque el fiscal adjunto tiende a tener menor protagonismo que en la primera de la serie.

Y todavía más, o menos, en El hijo único donde ni siquiera aparece. Hanne Wilhelmsen ha sido ascendida, ha pasado de ser una mera investigadora a ser subinspectora –aunque ya lo era antes, no sé si por algún error de traducción–, el caso es que su labor actual debería ser la de coordinar y dirigir a sus investigadores, entre los que se encuentra el grandullón Billy T., que ya había aparecido en las anteriores, pero simplemente como compañero de promoción y amigo –es el único que sabe de su homosexualidad–, y como miembro de los antidisturbios, mas ahora está bajo las órdenes de Hanne como investigador de homicidios, junto a Erik Henriksen y Tone-Marit Steen.



Pero, como decíamos anteriormente, esta novela se separa algo de las dos previas y no sólo por la no participación de Håkon Sand, sino porque el protagonismo adquirido por las víctimas-asesinos es mayor. En este caso el hogar de acogida donde se cuida a los niños huérfanos o con problemas familiares, el entorno de la casa, los trabajadores de ella, los propios niños tienen un desarrollo aparte, están más trabajados, intentando la autora dar mayor realce a estos elementos de la trama, incluso hay capítulos donde es la madre de Olav la que nos va narrando la infancia de este, como dándonos las bases de su carácter conflictivo. Es decir, que el elemento policial corre paralelo a este otro. Eso no quiere decir que en las anteriores no hubiese también un desarrollo de esa parte, pero quizá se le daba menor protagonismo que en esta, destacándose más la labor policial.

Y a lo mejor es por eso por lo que el final de la novela nos deja un poco, como diríamos, insatisfechos con los policías, con Hanne y con el resto, pero quizá eso no es achacable a esta novela, quizá no lo es porque en realidad si tenemos en cuenta todos los finales de las anteriores, el llegar siempre tarde o a destiempo, el que la casualidad juegue un papel demasiado importante, el que a pesar de descubrir finalmente todo el embrollo, eso no sirva de nada o de casi nada, en fin, todo eso nos deja la impresión de que, por mucho que se resalte en las sucesivas novelas la pericia de Hanne Wilhelmsen, ésta no sea tan destacable como parece.      

A lo mejor –y estamos buscando una explicación alternativa–, a lo mejor, decimos, los finales son así porque la justicia, si es que la hay, termina siendo, como rezaba el título de la primera de las novelas de la serie, termina siendo total y absolutamente ciega: La diosa ciega o, en su noruego original, Blind gudinne.






(1) 1993. Blind gudinne (La diosa ciega).
(2) 1994. Salige er de som tørster (Bienaventurados los sedientos).
(3) 1995. Demonens død (El hijo único). Lectura
(4) 1997. Løvens gap (En las fauces del león). Lectura
(5) 1999. Død joker.
(6) 2000. Uten ekko. Escrita con Berit Reiss-Andersen.
(7) 2003. Sannheten bortenfor.
(8) 2007. 1222 (1222). Lectura 

2006. Presidentens valg (Una mañana de mayo). [Pertenece a la serie de la profiler Inger Johanne Vik y del policía Yngvar Stubø, pero aparece Hanne Wilhelmsen, ya retirada de la policía y en silla de ruedas, como amiga de Vik. Ver lectura de la serie]

miércoles, 23 de abril de 2014

La rubia de ojos negros. Una novela de Philip Marlowe, de Benjamin BLACK




Tenemos el aroma, respiramos su perfume, asumimos su olor, el de la rubia de ojos negros que entra en la oficina de Philip Marlowe, nos enamoramos y emborrachamos de ella, como Marlowe, nada más entrar, porque somos Marlowe, sentimos como Marlowe, apreciamos como Marlowe esa nariz, nada parecida a la de Cleopatra, sino ‹‹preciosa, aristocrática›› y caemos al mismísimo fondo de esos ‹‹ojos negros, negros y profundos como un lago de montaña››. Y ahí nos detenemos. Hemos sentido el aroma, el olor si es que lo tiene de Marlowe, el olor a pipa, a tabaco, al whisky en pequeñas o grandes dosis, o al gimlet, preparado ‹‹como Dios manda››: ‹‹ginebra y zumo de lima Rose’s en idéntica cantidad sobre hielo picado››, pero hay algo…

No es la primera vez que otro escritor se agencia un personaje, podríamos recordar El Quijote de Avellaneda; tampoco es la primera vez que otro autor utiliza al personaje de Philip Marlowe, sin ir más lejos podríamos pensar en cómo Robert B. Parker usando el material inconcluso de Poodle Springs Story la completa y termina –autorizado por los herederos de Chandler, como también autorizó al mismo autor la secuela de El sueño eterno titulada Perchance to Dream (ver bibliografía abajo)–. En este caso es Benjamin Black, el que acepta la invitación de los herederos de Raymond Chandler y escribe una novela de Philip Marlowe, como reza el subtítulo a su obra, La rubia de ojos negros, –eso sí, utilizando a su vez un título ya usado para un cuento de la edición homenaje del centenario de Chandler donde una serie de autores, entre ellos el autor de ese cuento Benjamin M. Schutz, escribieron relatos cortos siempre con Marlowe de protagonista–.

De Benjamin Black ya conocemos su serie del patólogo Quirke –comentada aquí–. Pero ahora se ha embarcado en algo distinto, se podría decir que es una novela por encargo, pero como los asuntos que le llegan a Marlowe a su oficina de Cahuenga, el caso es un desafío y, como tal, hay que tomarlo como llega y afrontarlo, aunque lo que te reporte pueda ser de todo menos alabanzas. Y en este caso lo que llega al antedespacho puede ser o una desdicha o una rubia de ojos negros o ambas cosas a la vez, pero el magnetismo que no sabemos si es de los ojos de esa rubia u otro te impele –le impele–, como no podía ser menos, a actuar.

Cronológicamente, –hablamos, claro, de la cronología interna de la serie–, The Black-Eyed Blonde  (La rubia de ojos negros) se sitúa entre las dos últimas novelas de Philip Marlowe, entre la novela cumbre, The Long Goodbye (El largo adiós) y la última acabada por Chandler, Playback. Y el propio desarrollo de la trama, te sumerge aún más en ella porque Black asume su papel y decide que no se debe alejar demasiado del recorrido y utiliza a personajes ya salidos en El largo adiós, pero al igual que Parker escribió su secuela de El sueño eterno, ésta, salvando algo las distancias, también parece una secuela de El largo adiós, aunque no exactamente.

El caso que le llega a Marlowe es buscar al amante de Clare Cavendish, Nico Peterson, que lleva desaparecido unos dos meses, pero como tantas veces en tantos otros casos, sus propios clientes, aquí Clare, le cuentan menos de lo que saben, no sólo menos, sino una versión tergiversada de la verdad, pero aún así, Marlowe asume el caso, porque a Marlowe lo que le gusta son dos cosas: las dificultades y las mujeres, aunque en realidad ambas pueden ser sencillamente una sola. La búsqueda de Nico Petersen, primero muerto, después oculto, después huido, es el hilo, pero lo que se teje con ese hilo es mucho más, y es más porque tiene que ver con la vida personal de Clare y con su familia y tiene que ver con la vida personal del tal Petersen, aún oculto, y con su familia, la primera, una familia adinerada o, mejor, rica, con un emporio de perfumes, como la familia de Linda Loring en El largo adiós, y la segunda, una familia, por decirlo así, canalla, de la que para ganarse la vida, el padre, Canning, la hermana, menos, o el propio Nico Petersen no dudan en dañar o perjudicar a otros, y eso, normalmente termina o debería terminar mal.


Cahuenga Boulevard, Los Ángeles, California

Y Black sale muy bien parado del caso en el que se ha embarcado porque la trama, sin más, no envidia nada de las tramas de Chandler, nos guía a través de esa primera persona de Marlowe por una serie de escenas que son propias del detective, nos enseña de nuevo al policía Bernie Ohls, incluso, nos lo amplifica, nos vuelve a mostrar los malos, como lo que son, asumiendo su rol, sin miedo a la sangre y a los golpes, y a los que deberían estar en el otro bando, también como lo que son, con sus mentiras, sus medias verdades, sus tergiversaciones, pero también sus limitaciones, sus errores. Y ahí, la solución de la novela no decae a pesar de alguna sorpresa final, que tiene que ver con Terry Lennox, sí, ese ente un tanto vago, vaporoso, que era el eje central de El largo adiós sin apenas aparecer. 

Quizá si lo comparamos con otros que han intentado embarcarse en esta tarea de crear de nuevo a Marlowe o más bien de recrear al personaje, estamos hablando sobre todo de su antecesor en esto, Robert B. Parker, el resultado incluso puede ser mejor, aunque éste último tuvo la ayuda en su primera recreación, Poodle Springs Story (La historia de Poodle Springs), de los propios papeles de Chandler, ya que este dejó escrito los primeros capítulos de la novela, aun así a Parker debemos agradecerle esos diálogos tan bien conseguidos, un parecido cinismo, esa misma ironía, esa ampulosidad, que no era fácil de conseguir, sobre todo cuando hablan Linda y Marlowe ya casados y viviendo en Poodle Springs, en esa casa donde el color que prima es el rosa, ¿cómo se puede ver a Marlowe siempre de color de rosa? Esa es la pregunta que se planteó Chandler cuando empezó a escribir esa última novela inconclusa y que Parker asumió al continuarla. Y decimos que puede ser mejor, a pesar del té, porque estamos hablando de Benjamin Black (pseudónimo de John Banville), un muy buen escritor, no sólo de novela policial –Quirke–, con un exquisito desarrollo de los personajes, un gran mecánico para el engranaje de las tramas, un magistral diseñador de escenarios, pero hay algo…

…hay algo –y volvemos al párrafo inicial–, que yo sobre todo aprecio en dos características fundamentales en Chandler –como ya dije en la lectura que hicimos de El sueño eterno–: esa extrema acidez de los diálogos, primero, y, segundo, los símiles tan impactantes, tanto, que te golpean como si tú fueses un puching ball y él te golpease constantemente a lo largo de la novela con cada una de esas comparaciones, jugando contigo, divirtiéndose, entrenando sus reflejos, su velocidad, izquierda, izquierda y zas, su derecha, para acabar. Y esas dos cosas, más lo segundo que lo primero, aquí no terminan de estar. Aunque sí, nos sentimos Marlowe, porque eso sí está captado, perfectamente conseguido, excepto en el matiz de los diálogos donde falta un poco, pero no tenemos a Chandler, no, a Chandler no –claro, es Black– y no, no lo tenemos porque no nos termina de noquear. Zas.






Raymond Chandler (1888-1959):

1934. “Finger Man” (“El denunciante”/“El confidente”). [Primer cuento donde aparece Philip Marlowe]

Novelas
(1) 1939. The Big Sleep (El sueño eterno). Lectura
(2) 1940. Farewell, My Lovely (Adiós, muñeca).
(3) 1942. The High Window (La ventana siniestra/La ventana alta).
(4) 1943. The Lady in the Lake (La dama del lago).
(5) 1949. The Little Sister (La hermana pequeña/La hermana menor).
(6) 1953. The Long Goodbye (El largo adiós).
(7) 1958. Playback (Playback).

1958. “The Pencil” (“El lápiz”). [Cuento. Último texto acabado donde aparece Philip Marlowe]

1959. Poodle Springs Story (La historia de Poodle Springs). [Basada en fragmentos de la novela inacabada de Raymond Chandler, terminada por Robert B. PARKER y publicada en 1989]


Obras autorizadas no escritas por Raymond Chandler:

1988. Raymond Chandler’s Philip Marlowe a Centennial Celebration, AA. VV. [Una recopilación de cuentos de varios autores protagonizados por Philip Marlowe como homenaje en el centenario del nacimiento de Raymond Chandler, editada por Byron Preiss]

1991. Perchance to Dream, Robert B. PARKER. [Secuela de El sueño eterno]

2014. The Black-Eyed Blonde. A Philip Marlowe Novel (La rubia de ojos negros. Una novela de Philip Marlowe), Benjamin BLACK. [Se sitúa temporalmente entre El largo adiós y Playback] Lectura

sábado, 19 de abril de 2014

Venganza, de Benjamin BLACK




Vengeance (Venganza) es la quinta novela de la serie del patólogo Quirke. Hasta la fecha sólo falta la última por traducir, Holy Orders, que esperemos llegue pronto –ya está aquí, enero de 2015–. Adelantándose a ésta –a su publicación en español–, Benjamin Black, su autor –pseudónimo que utiliza el escritor irlandés John Banville para firmar sus novelas del género negro o policiacas– acaba de sacar, ya traducida, su novela con Philip Marlowe de protagonista, The Black-Eyed Blonde (La rubia de ojos negros) –ver lectura–.

Pero, como decimos, Venganza es su penúltima novela de la serie. Y, como todas las precedentes, presenta una trama no demasiado enrevesada, quizá podríamos decir que sencilla, o mejor, con un misterio hasta fácil de resolver, que no obvio, porque lo que de verdad importa en estas novelas no es tanto la intriga como el desenvolvimiento de los personajes, principalmente de los protagonistas que aparecen en todas ellas, algo menos los otros. Y los que aparecen en todas ellas son, en primer lugar, Quirke, un patólogo o médico forense, con una poca demasiada curiosidad. También con evidentes problemas de bebida. También solitario, a pesar de sus habituales enamoramientos o desahogos sexuales en las sucesivas novelas, como iremos viendo. Y con él su entorno familiar, aunque su familia no sea estrictamente una familia al uso o, más bien, es lo contrario a una familia, lo más alejado de ella, y, precisamente por eso mismo, la personalidad de todos ellos y sobre todo de Quirke se vea afectada por ello.

Portada de El secreto de Christine
En Christine Falls (El secreto de Christine) se nos presenta el personaje en una trama, quizá la más compleja de todas ellas, donde el lector va a ir descubriendo a medida que avanza el argumento no sólo a Quirke sino también a su entorno familiar. Porque en realidad el misterio tiene que ver con los secretos escondidos que hay en su propia familia. Quirke, niño adoptado, que ha pasado la primera etapa de su vida en orfanatos y hospicios para niños, se va a encontrar envuelto en una investigación sobre, en principio, la causa de la muerte de una joven, Christine Falls, que, realizada la autopsia, no tiene nada que ver con la que pone en el expediente, que habla de una embolia pulmonar, cuando en realidad ha sido a causa de un parto donde la joven se desangró y de cuya hija se ha perdido cualquier rastro. Y es ese rastro, que Quirke va a ir siguiendo a pesar de las advertencias, como la paliza que se lleva a mitad de la novela y que le destroza una rodilla, a pesar de las personas envueltas, su familia más cercana, su padre adoptivo, el juez, ya jubilado, Garret Griffin, e, indirectamente, su hermano Malachy, y su familia política, el padre de su mujer Delia, muerta hace veinte años, y de la hermana de esta, Sarah, casada con su hermano, pero de la que siempre ha estado enamorado Quirke, el padre, decimos, el millonario Josh Crawford, mantenedor junto a otros, de una serie de hospicios en Boston y otros lugares de Estados Unidos, que acogen niños que luego serán repartidos por el país y que provienen de Irlanda. Y es ese rastro el que persigue la curiosidad de Quirke y que va a permitir desvelar ese tráfico de niños bastante alejado de la legalidad realizado por esas instituciones católicas y financiado por altos personajes dublineses.

Junto a ese descubrimiento, también en esta primera novela, podemos intuir los motivos del alcoholismo de Quirke, de su soledad, de su falta de empatía social, podríamos decir, y todo ello tiene que ver con la que en principio se nos presenta como su sobrina, Phoebe, hija de Sarah y Mal, pero que en realidad es hija del propio Quirke y de Delia, muerta, como Christine Falls, en el parto de su hija, y que a sus veinte años descubrirá lo que Quirke se ha negado a decirse a sí mismo y a ella y que le hará cambiar totalmente su propia personalidad y su vida, de una joven alegre y jovial, con ganas de salir al mundo, se convertirá en una ser apocado y escondido, como veremos en las sucesivas novelas de la serie.

Portada de El otro nombre de LauraDe ahí que en la siguiente, The Silver Swan (El otro nombre de Laura), la propia Phoebe no quiera apenas saber nada de Quirke, a pesar de los intentos de éste de dejar el alcohol y de alguna forma redimirse. Aunque en realidad la novela se nos presente esta vez en un principio como algo ajeno al ámbito personal de Quirke. Se ha encontrado muerta a una tal Deirdre Hunt y todo indica que se ha suicidado. Pero su marido, excompañero en la universidad de Quirke, acudirá a éste, encargado de la autopsia, para solicitarle que no la haga. Pero a medida que avanza el caso, se irá descubriendo que Deirdre Hunt también es Laura Swan, en una suerte de desdoblamiento que también se muestra en la propia estructura de la novela, cuando el autor nos va presentando a la protagonista en capítulos alternos con los de la propia investigación. De alguna forma esta estructura ya la había trabajado el autor en la novela anterior, aunque ahí el desdoblamiento era entre Dublín y Boston y tenía que ver con una trama secundaria, la de los padres adoptivos de la hija de Christine. En este caso, ese desdoble nos sirve para conocer a los otros implicados en la vida secreta de Deirdre, cuando es Laura, es decir, el doctor Kreutz y, sobre todo, Leslie Swan, o Silver Swan.

O'Connell Street Lowel desde River Liffey
Dublín (Foto: Archivo personal)

En esta segunda novela adquiere algo más de protagonismo el inspector Hackett, como alter ego de Quirke, que mantendrá en las siguientes, y sobre todo Phoebe, con su affaire postrero con Leslie y que nos señala una de las nuevas características que tiene, la de caer en el peligro de una forma casi intencionada, como una huída hacia delante.

Mayor protagonismo si cabe tendrá en Elegy for April (En busca de April), la tercera de la serie, donde el misterio se encuentra en la desaparición de April Latimer, uno de los miembros del cogollito, el grupo de amigos de Phoebe, que incluye a la desaparecida, médico residente en el hospital del propio Quirke, al periodista Jimmy Minor, al estudiante de medicina Patrick y a la actriz Isabel Galloway, además de la misma Phoebe. Y es ella la que pedirá la ayuda de Quirke, preocupada por su amiga. Nuevamente las mentiras familiares, esta vez de los Latimer, de la alta burguesía de Dublín, serán las causantes de los hechos posteriores.

Portada de Muerte en veranoPortada de En busca de April

Del mismo modo que en A Death in Summer (Muerte en verano), el pretendido suicidio de Richard Jewell, otro adinerado hombre de negocios, es un asunto de familia. Aunque aquí, encontramos de nuevo las huellas de aquellos Caballeros de San Patrick que ya aparecieron en Christine Falls, y su implicación en esas instituciones para niños sin hogar, con un oscuro asunto de pederastia como el trasfondo oscuro de todo. En esta novela se desarrolla e introduce un nuevo protagonista, el ayudante de Quirke en el departamento de patología del Hospital de la Sagrada Familia, David Sinclair, un judío que acabará teniendo relación con Phoebe, como veremos en Venganza.

El título de esta última es bastante explícito a la hora de determinar el origen del suicidio de Victor Delahaye y de la muerte de su socio Jack Clancy. Ambos pertenecientes a dos familias fuertemente relacionadas en los negocios y en su vida personal, y esas tensas relaciones son el meollo de la trama de esta quinta novela. Es de las cinco –ver lectura de la sexta, Órdenes sagradas / Holy Orders– en la que menos ocupan protagonismo los personajes habituales y su aparición e implicación es más tangencial. Incluso Dublín comparte protagonismo con el condado de Cork. Por eso nos damos cuenta de que la curiosidad de Quirke se torna en el elemento imprescindible en la serie y quizá por donde decae incluso, ya que nos alejamos precisamente de lo que la había sostenido hasta ahora: los problemas familiares, no de otros como aquí, sino del propio Quirke y sus allegados.  
  





2006. Christine Falls (El secreto de Christine).
2007. The Silver Swan (El otro nombre de Laura).
2010. Elegy for April (En busca de April).
2011. A Death in Summer (Muerte en verano).
2012. Vengeance (Venganza). Lectura
2013. Holy Orders (Órdenes sagradas). Lectura

domingo, 6 de abril de 2014

Doble silencio, de Mari JUNGSTEDT





Con los libros policiacos de Mari Jungstedt hay que tener en cuenta una prevención al afrontarlos: su fácil lectura. Utiliza un lenguaje sencillo, llano, descriptivo, tanto de personajes como de lugares; sus capítulos son cortos, de digestión ligera, alternos y dinámicos; sus crímenes tienen el grado justo de crueldad y de sangre; y sus personajes son dulzones en su mayoría, tanto los puntuales de cada novela como los habituales de todas ellas, por más que se esmere en presentarnos conflictos psicológicos graves para de alguna manera justificar los actos posteriores.

Y con esa prevención en mente, acaba de aparecer y ya está dispuesto a ser leído: Den dubbla tystnaden (Doble silencio –por una vez bien traducido el título–), el séptimo volumen de la serie traducido al español, aunque en su lengua original, la sueca, este año, para mayor precisión, el próximo mes, ya está previsto que se publique el duodécimo, Den man älskar, algo así como “La persona que amas”, como se ve en la bibliografía de abajo, del que habrá que esperar unos años para conseguir leer su traducción –en torno a cuatro o cinco años suele ser la media–, pero ¿tenemos urgencia por leerlo?, es lo que nos tendríamos que preguntar. Dejémoslo por el momento.

En este libro, nos referimos a Doble silencio, vuelven a aparecer el comisario Anders Knutas y la subcomisaria Karin Jacobsson, y también el periodista Johan Berg, por fin establecido casi completamente en la isla de Gotland, y su ya esposa Emma Winarve, es decir, los personajes habituales. Junto a ellos la trama comienza con la descripción de las relaciones de amistad de tres parejas, Sam y Andrea, John y Beata y Håkan y Stina –con sus hijos respectivos, aunque estos no aparezcan en ningún momento– que viven en un barrio lujoso de Visby, Terra Nova, y que deciden irse de vacaciones juntos a la isla de Fårö, al norte de Gotland, porque se celebra la semana dedicada al director de cine Ingmar Bergman. Aquí quedará la primera víctima.

Y en este caso es la isla de Fårö y luego la pequeña isla de Stora Karlsö, al oeste de Gotland, reserva protegida por sus miles de aves –araos y alcas–, las que cobran protagonismo. Porque la otra característica primordial de estas novelas es que suceden en la isla de Gotland, con su bella capital, la ciudad medieval de Visby, y en las pequeñas islas cercanas, no en vano al ciclo se le podría llamar La serie de Gotland, como hace su editorial en España, si bien hay otros autores suecos (ver Anna Jansson, por ejemplo) que podrían apropiarse del mismo título.


Como decimos, ese protagonismo que normalmente es secundario en las novelas, como es el del paisaje, el del entorno, aquí cobra un realce mayor y la propia autora intenta sacarle partido de una forma muy obvia. Si repasamos los títulos publicados hasta ahora –y nos vamos a ceñir sólo a los traducidos al español–, los decorados externos, los idílicos decorados externos son el contrapunto perfecto a los sucesivos motivos criminales. Así en la primera novela de la serie, Den du inte ser (algo mal traducida como Nadie lo ha visto), ya apareció la isla de Fårö y su espléndida playa de Norsta Auren, y allí se producirá la persecución final de Emma Winarve, aunque antes, en otra playa cerca de Flöjel se dará la primera muerte, la de su amiga Helena Hillerström, donde comienza todo. O en la tercera, I denna stilla natt (traducida como Nadie lo ha oído, imitando a los títulos de las traducciones al inglés, aunque más bien significa “En esta noche silenciosa”), las excavaciones de un poblado vikingo nuevamente en Fröjel, al sur de Visby, son el perfecto escenario del asesinato de una joven holandesa, estudiante de arqueología, Martina Flochten, con el que se inicia el caso, que luego, hacia el final, derivará en el descubrimiento de una especie de secta –pero no vamos a entrar en ello–. O en la siguiente, Den döende dandyn (traducida El arte del asesino, cuando su título es “El dandi moribundo”, como se llama un cuadro que tendrá cierto protagonismo en la novela), donde el galerista de arte moderno Egon Wallin aparece colgado en la mismísima puerta de Dalmansporten, de la muralla medieval de Visby, aunque en este caso el pequeño Visby comparta protagonismo con la gran Estocolmo. O, para terminar, en I denna ljuva sommartid (Un inquietante amanecer, aunque signifique “En este encantador verano”), la pequeña y paradisíaca isla de Gotska Sandön, situada más al norte de Fårö, será escenario de unos hechos ocurridos en 1985, veinte años antes del asesinato de Peter Bovide en la playa de Sudersand, en la isla de Fårö.



Como vemos, el escenario es primordial, y junto a él, las historias personales. Principalmente, al menos en las primeras cinco novelas, las turbulentas relaciones, propias de telenovela, de Emma y el periodista Johan Berg. Haciendo un repaso, el culebrón sería así: flechazo en la primera novela, a pesar de que Emma esté casada y tenga dos hijos, enamoramiento en la segunda, divorcio de Emma y nacimiento de su hija en común, Elin, en la tercera, planes de boda y separación en la cuarta y boda final y a lo grande en la quinta (aunque Emma llegue media hora tarde a la ceremonia). Después parece que todo se calma, aunque en la sexta Emma sin preverlo se vuelva a quedar embarazada y casi muera en el intento de salvar a la víctima en la escena final de la novela. Porque esta pareja está aquí, en realidad para pasarlo mal. Emma casi muere en la resolución del caso de la primera novela, en la tercera será Johan al que le claven un cuchillo, en la cuarta su hija en común, Elin, será secuestrada al final, lo que provocará una nueva separación.

Y la otra pareja, aunque no sea tal –por ahora, la del comisario Anders Knutas y la subcomisaria Karin Jacobsson, en principio llevan una vida más tranquila, sobre todo Knutas, felizmente casado con la matrona danesa Line y con dos hijos. Pero todo se tuerce en la quinta de la serie, Un inquietante amanecer, sobre todo para Karin, al descubrirse su pasado, cuando con quince años fue violada, se quedó embarazada, tuvo una hija y sus padres la entregaron en adopción. En cuanto a Knutas, será en la sexta, Den mörka ängeln (La falsa sonrisa o, mejor, "El ángel de la oscuridad") cuando la relación con sus hijos, ya adolescentes, empieza a naufragar, sobre todo con Nils. Y en esta última su propia y gran relación de pareja parece que ya no lo es.

Pero lo que nos incumben son los casos, y como se puede apreciar los hemos dejado para el final, ¿por qué? Porque en realidad tienden a ser planos y fácilmente se ve la trampa, a pesar de o precisamente por esas partes donde nos remontamos al pasado de los asesinos, que aparecen en todas las novelas, y donde vemos las causas de los hechos posteriores y los consiguientes desequilibrios –que los hay y muchos que los provocan, y propiamente investigación investigación hay poca y al final se resuelven porque se tienen que resolver si no la novela quedaría inacabada y sobre todo no se presentaría la ocasión para hacer que los protagonistas pasen las de Caín, como hemos visto. Y menos mal, que en las dos o tres últimas –de las traducidas– la autora ha optado por no hacer al final un capítulo resumen explicando los motivos de los asesinos como si los lectores fuesen auténticos ineptos.       
   
  




2003. Den du inte ser (Nadie lo ha visto).
2004. I denna stilla natt (Nadie lo ha oído).
2005. Den inre kretsen (Nadie lo conoce).
2006. Den döende dandyn (El arte del asesino).
2007. I denna ljuva sommartid (Un inquietante amanecer).
2008. Den mörka ängeln (La falsa sonrisa).
2009. Den dubbla tystnaden (Doble silencio). Lectura
2010. Den farliga leken.
2011. Det fjärde offret.
2012. Den sista akten.
2013. Du går inte ensam.
2014. Den man älskar. [Pendiente de publicación en mayo del 2014]