No son series de televisión, aunque permiten una secuencia. No son series de televisión policíacas, aunque pueden ser la raíz y son policíacas. No son asesinos en serie, aunque los hay. Son series de detectives o investigadores: Marlowe, Rebus, Conde, Beck, el agente de la Continental, Bosch, Morck, Jaritos, Romano, Grens, Grave Jones y Coffin Johnson, Sejer, Bevilacqua, Wilhelmsen, Adamsberg, Erlendur... Y se sitúan en cualquier lugar, son de cualquier lugar: la muerte está en todas partes.
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jueves, 20 de noviembre de 2014

En las fauces del león, de Anne HOLT y Berit REISS-ANDERSEN




Cuarta novela de la serie, esta de Løvens gap, traducida como En las fauces del león, por una nueva traductora para Roja & Negra, que en este mismo año también publicó la tercera, El hijo único, de la que ya hicimos una lectura en su día. Parece que tienen intención los de la editorial de publicar todos los que quedan, si no, no se explicaría esa urgencia repentina por desempolvar una serie que en su lengua original se escribió y editó casi en su totalidad en los años noventa del siglo pasado y que en español se empezó a publicar tardíamente hace unos pocos años por Roca editorial y de la que ha tomado el relevo Roja & Negra.

Decimos que es la número cuatro de ocho –ver bibliografía abajo–, pero con esta son cinco las traducidas ya, puesto que la última de la serie, 1222 –ver lectura–, también se editó aquí hace muy poco, en concreto en el 2013, también en la colección de Roja & Negra. Pero como ya comentamos en su día, allí la protagonista Hanne Wilhelmsen ya no está en la policía, más aún, se encuentra en silla de ruedas, debido a los hechos ocurridos en Sannheten bortenfor, algo así como “Más allá de la verdad” –de la que, viendo como van las cosas, pronto tendremos traducción– y lo que sucede en la novela, en 1222, y por lo que se ve implicada Wilhelmsen, es por encontrarse en un momento y en un lugar inadecuados cuando ocurren los hechos.

Mas volviendo, o empezando, con En las fauces del león –novela escrita por Anne Holt en colaboración con Berit Reiss-Andersen, como luego también ocurrirá con Uten ekko, literalmente, “Sin eco”–, la protagonista, la subinspectora del Grupo de Homicidios de la comisaría de Oslo, Hanne Wilhelmsen en realidad no está en primer plano, ese lo va a ocupar su compañero Billy T., ya que se encuentra en una excedencia de un año y viviendo en Estados Unidos junto a su pareja, la doctora Cecilie Vibe. Y, por tanto, su implicación en los hechos vendrá provocada con el transcurrir de la novela por la trascendencia de los mismos.


Porque lo primero que nos encontramos nada más comenzar la novela es la muerte de la primera ministra noruega, Birgitte Volter, del partido laborista, en su despacho de gobierno, con un tiro en la cabeza con una pistola desaparecida pero de calibre pequeño. Eso ocurre concretamente el viernes, 4 de abril de 1997, en el gabinete de la primera ministra, a las 18:47 de la tarde. Y recalcamos esto porque la novela está sustentada precisamente en la precisión temporal y de lugar, pues todas las escenas se inician precisamente facilitando tal dato y cada capítulo corresponde a cada uno de los días que van pasando hasta que por fin se descubren los hechos, y se descubren de forma un tanto rocambolesca el día 25 de abril en una fiesta organizada por Billy T. y Håkon Sand en casa de éste con motivo del nacimiento del segundo hijo, en este caso una niña, de este fiscal –a pesar de que en la novela se le nombra como inspector, quizá por culpa de la nueva traductora–, que ahora ya vive en pareja con Karen Borg, y que es uno de los pocos amigos de Hanne.

Akersgata, Oslo,
donde se sitúan los edificios más importantes del gobierno noruego

La novela es un tanto compleja, como el asesinato de un primer ministro de cualquier país debe provocar. Y así esta novela se aleja un tanto de las anteriores no sólo porque Hanne no sea la protagonista principal, aunque luego aparezca, como hemos dicho, sino porque el entramado que provoca el posible magnicidio, con no sólo el Grupo de Homicidios implicado sino también los servicios secretos del país, los posibles sospechosos, que pueden ser desde grupos ultraderechistas hasta terroristas de algún tipo, o, incluso, personas cercanas al ámbito de la primera ministra, ya desde el punto de vista político, las intrigas políticas también están, ya desde el punto de vista más estrictamente personal, porque, además, a esto se añade que el asesinato se produce en un sitio cerrado donde se supone que nadie ha entrado y donde los posibles sospechosos de los que se encontraban cerca, la secretaria o el guardia de seguridad, al principio no cuadran que sean los culpables, sino simples testigos. Y, más aún, a eso se une un caso que se está empezando a investigar recientemente, incluso por la prensa, que atañe al ministerio de sanidad –ocupado por una ministra, Ruth-Dorthe Nordgarden, dibujada  como eminentemente incompetente, y adalid de las conspiraciones políticas–, un caso de más de treinta años atrás donde se produjo un considerable aumento de muertes de bebés por muerte súbita durante el transcurso de un año y que atañe de alguna forma a la propia primera ministra y a un juez, Benjamin Grinde, encargado de su investigación, y que precisamente es el último que ha visto con vida a la primera ministra y, además, era amigo personal de ella en los años en los que se produjeron las muertes de los bebés.

Como vemos, un caso complejo y una novela también distinta a las anteriores de la serie y en la que descubrimos un poco más de la vida de Billy T., el compañero de Wilhelmsen, porque va a ser él el elemento vertebrador del relato, es él uno de los encargados de investigar el caso de la primera ministra y de interrogar a los sospechosos, y él el que luego acoge a Hanne en su casa cuando ésta decide venir desde Estados Unidos porque no puede estar alejada de un caso tan importante y que atañe al propio país, aunque no pueda ejercer oficialmente al encontrarse fuera de servicio.

Pero dentro de los entresijos de esta novela de ritmo ágil pero con demasiados flecos, quizá, lo que de alguna forma la salva sea precisamente y a pesar del tinte un tanto lacrimógeno del final, sea, decimos, ese elemento personal y emotivo con el que se cierra la misma, ese elemento de culpa, una culpa llevada a cuestas durante mucho tiempo, demasiado tiempo y que al final por su propio peso es el motivo principal de todo el desarrollo posterior. Porque la culpa, el sentimiento de culpa, es el peor enemigo que nadie puede tener, y el que, sin más, siempre termina ganando.        






(1) 1993. Blind gudinne (La diosa ciega).
(2) 1994. Salige er de som tørster (Bienaventurados los sedientos).
(3) 1995. Demonens død (El hijo único). Lectura
(4) 1997. Løvens gap. (En las fauces del león). Lectura
(5) 1999. Død joker.
(6) 2000. Uten ekko. Escrita con Berit Reiss-Andersen.
(7) 2003. Sannheten bortenfor.
(8) 2007. 1222 (1222). Lectura

2006. Presidentens valg (Una mañana de mayo). [Pertenece a la serie de Inger Johanne Vik e Yngvar Stubø (ver lectura), pero aparece Hanne Wilhelmsen, ya retirada de la policía y en silla de ruedas, como amiga de Vik]

lunes, 20 de octubre de 2014

El leopardo, de Jo NESBØ




“La injusticia es parte de la maquinaria. Es la maquinaria”.

Esto se dice justo al final de Panserhjerte (El leopardo), en el décimo y último capítulo, en la página 675, en una conversación entre el antagonista de la policía Mikael Bellman –luego hablaremos de él– y uno de los sospechosos de los asesinatos que han ido ocurriendo en el transcurso de la misma, Sigurd Altman, en la que se insinúa o, más bien, se dice abiertamente el quid de las novelas de Jo Nesbø, que es el quid de la personalidad de Harry Hole- Un enunciado con el que ambos están de acuerdo, como sus mismos hechos testifican. De ahí, seguimos la reflexión que nos propone Nesbø, esas continuas huidas de Hole, esas caídas al pozo profundo del protagonista que jalonan constantemente las novelas de la serie, esos periodos de alcoholismo descontrolado o esos constantes abandonos de su tarea policial.

Y de uno de esos periodos viene a sacarlo Kaja Solness, la que será nueva compañera de Hole, tanto en la labor policial como sentimental, que es enviada por Gunnar Hagen, el jefe de Hole en la Brigada de Delitos Violentos de la policía de Oslo, a Hong Kong, a buscar a nuestro héroe por los mercados y casuchas de esta ciudad, que es donde ha huido esta vez después de los sucesos de la anterior novela y las consecuencias que provocaron –Rakel Fauke y su hijo Oleg ya no viven en Noruega–. Y sí, allí está Hole drogándose con opio y apostando y perdiendo a las carreras.

Mientras que en Oslo hay dos hechos que terminan por hacer que vuelva: uno, la enfermedad terminal de su padre, Olav, y, otro, dos mujeres muertas con el mismo tipo de heridas en la boca provocadas por no se sabe qué ni por quién.



Y en Oslo, Hole se va a encontrar con la casi desaparición de su unidad de Delitos Violentos, engullida por la nueva unidad de Kripos, dirigida por el ya citado Mikael Bellman, que pretende asumir todo el poder en Noruega con respecto a las investigaciones por asesinato. Nuevamente, como en su época con Tom Waaler –desde Petirrojo hasta La estrella del diablo (ver bibliografía), remito a mi lectura de El muñeco de nieve donde hacíamos un pequeño recorrido por el resto de libros de la serie–, nos encontramos con dos tipos de policías, los que, como decimos al principio, asumen que la injusticia, el mal, es parte del juego, también del juego policial, y que cualquier método es bueno con tal de conseguir los objetivos y, como recompensa, subir en el escalafón, y los que se sitúan en una posición ambigua, como Hole, que puede llegar a actuar en ciertos momentos y llevado por las circunstancias de una forma desproporcionada pero que en el fondo luchan constantemente y con ingenuidad por mantener dentro de uno un poco de dignidad, aunque sea mínima.

Y por tanto toda la novela, en la búsqueda del asesino que se ha ido cargando a todos los que estaban en la cabaña de Håvass, paraje ideal para hacer esquí de montaña, es también una confrontación para ver quién lo encuentra y descubre primero. Para ello Hole tendrá la única ayuda de Kaja, que de alguna forma sustituye a Katrine Bratt, como pareja protagonista de la novela anterior –aunque aquí también aparezca y le ayude, como experta en búsquedas en la red de los huellas digitales que todos vamos dejando, desde su sanatorio de enfermos psíquicos en Bergen–, y de Bjorn Holm, ayudante de Beate Lønn en rastros. Y con esos escasos medios no sólo se enfrentará al asesino que sigue actuando sino también a todo el aparato de Kripos, encabezado por Bellman y sus subalternos Beavis Bernsten y el finés Jussi Kolkka, más toda la maquinaria policial de Oslo y del Ministerio de Justicia detrás.

Zona al sur de Oslo donde se sitúa la cabaña de Havass,
donde se produce la avalancha de nieve. 
El leopardo no se circunscribe a territorio noruego como había ocurrido en las anteriores de la serie –excepción de las dos primeras aún no traducidas al español–, al principio de la novela, como ya hemos dicho, viaja a Hong Kong y en el transcurso de la misma, en el inicio de las pesquisas viaja a Alemania y al Congo para encontrar esa extraña arma asesina y en el colofón vuelve a este país africano, y además no se circunscribe únicamente a cazar al asesino sino que se sumerge en el dolor que provoca la consumación de un ser querido, del padre de Hole, y la incomprensión y la falta de palabras con lo que al final termina todo; pero del resto, está todo lo que tenía que estar, la agilidad en la escritura y sucesión de escenas, lo que provoca que a pesar de ser una novela de casi setecientas páginas, el ritmo sea rápido, y está la descripción sin censuras del sufrimiento y muerte de las víctimas, y está o están las mentes asesinas funcionando con sólo el propósito de hacer daño y matar, como tantos otros asesinos que nos hemos ido encontrando en sus novelas, también están las mentiras que siempre se encuentran debajo de la superficie, incluso las mentiras de los que están al lado, o los sospechosos casi casi culpables que luego se descubre que no y …; y esta vez nos encontramos con una escena completamente sobrecogedora, la de la avalancha de nieve del capítulo seis que termina sepultando la cabaña de Håvass con Kaja y Hole dentro, de verdad, sobrecogedora y angustiosa, y sí, aunque resulte paradójico, para no perderse entre tanta nieve.          

En definitiva, cerrábamos nuestro comentario a la lectura de El muñeco de nieve augurando la repetición de clichés como una de las características de las novelas de Nesbø y que posiblemente ocurriera lo mismo en El leopardo, y claro, el autor no nos ha decepcionado, aunque hay algún elemento, llamémosle, reflexivo, por un lado, y vital, por otro, que nos hace al protagonista, Harry Hole, un poco más cercano, y hasta comprensible su personalidad autodestructiva. Quizá la próxima novela en esta su nueva editorial española que se sitúa tres años después de lo ocurrido en esta, Gjenferd –algo así como “El retorno”–, nos encontremos con un Hole distinto, quizá haya dejado de beber y de destrozarse física y psíquicamente, quizá sea un nuevo Hole que vuelve a Oslo para hacer lo que siempre ha hecho y no ha podido dejar de hacer, que es –simplemente– perseguir a los que hacen daño a los demás.






(1) 1997. Flaggermusmannen.
(2) 1998. Kakerlakkene.
(3) 2000. Rødstrupe (Petirrojo).
(4) 2002. Sorgenfri (Némesis).
(5) 2003. Marekors (La estrella del diablo).
(6) 2005. Frelseren (El redentor).
(7) 2007. Snømannen (El muñeco de nieve). Lectura
(8) 2009. Panserhjerte (El leopardo). Lectura
(9) 2011. Gjenferd.
(10) 2013. Politi

viernes, 5 de septiembre de 2014

El muñeco de nieve, de Jo NESBØ




La lectura de una cualquiera de las novelas de Harry Hole, independiente, sin seguir el hilo de la serie, entre ellas la que nos ocupa, es absorbente, te atrapa y te lleva, tiene un ritmo ágil y una sucesión de escenas y acontecimientos que van pasando con fluidez, y la intriga, el misterio te hipnotiza con facilidad. Pero cuando lees la sucesión de novelas de la serie, desde las primeras –aún no traducidas– hasta ésta, la séptima, caes, en cambio, en lo ya dicho, en lo repetido, en la copia del esquema, cayendo en que los distintos argumentos en realidad son casi casi el mismo, siempre. 

Snømannen se publicó en su lengua original –noruego– en 2007 y su traducción al español como El muñeco de nieve en 2013. Dentro de la serie de Harry Hole ocupa el séptimo lugar de las diez que ya forman parte de la misma, como hemos mencionado ya. De ellas sólo se han traducido la mitad, cinco de diez, pero para este mismo año se espera una nueva novela de Jo Nesbø, aunque no en la Serie Negra de RBA como hasta ahora, sino en Roja & Negra de Random House: El leopardo –siguiendo la traducción inglesa del título, aunque la traducción del noruego de Panserhjerte sería más o menos “Corazón blindado”–. Aparte de la saga de Hole, el autor tiene editadas dos novelas policiacas independientes, Headhunters, ya traducida al español, y en este año 2014 Nesbø ha publicado Sønnen. Pero para los seguidores de la serie es de agradecer que aparezca una más, prevista para el mes de octubre, que en la cronología de la serie es la octava, quedando por traducir todavía las dos primeras y las dos últimas –ver bibliografía abajo–.

Pero entrando en lo que nos interesa, El muñeco de nieve de alguna forma retoma un tema, el de la búsqueda de un asesino en serie, que ya apareció precisamente en la primera de las novelas de este policía alcohólico, Flaggermusmannen –que traducido el título sería algo así como “El hombre murciélago”, aunque no tenga nada que ver con el famoso Batman–. Ya en esa primera novela, como decimos, ambientada en Sidney –junto a Kakerlakkene (que se traduciría como Las cucarachas), la segunda, que se sitúa en Bangkok, las dos únicas que ocurren fuera de Oslo–, Harry Hole es el encargado de encontrar al asesino de una mujer rubia, Inger Holter, de 23 años y, por supuesto, noruega –de ahí que Hole entre en escena–, y que terminará siendo un asesino en serie de mujeres rubias a las que violará primero y estrangulará después. De la misma forma en El muñeco de nieve la propia trama de la novela alude a esa trágica persecución de The murri, el asesino aborigen australiano.


Pero no es la única repetición que nos vamos a encontrar en las novelas de Hole, ni mucho menos. Podríamos decir, incluso, que todas ellas se basan en una continua y continuada repetición de tics, situaciones, personajes, enredos, borracheras, enamoramientos trágicos o desastrosos y, sobre todo, sospechosos erróneos. Porque al final todo se basa en ir descartando a sospechosos de los que se da por hecho que son los culpables y asesinos, incluso la novela –en realidad las siete de las que vamos a hablar–, tiene un momento donde todo parece que acaba porque ya se ha encontrado al culpable y resulta que al final no, que todo necesita de un reset –que normalmente ocurre cuando ya se llevan transcurridas unas trescientas o trescientas cincuenta páginas de la novela–, un volver a empezar que lo que hace es acumular páginas y páginas a las distintas tramas. Y es que el propio estilo de escritura de Nesbø peca de lo mismo, infinidad de capítulos finalizan con una frase o un párrafo ambiguo que da a entender siempre algo distinto de lo que de verdad es, pero provocando continuamente un cierto suspense, que de tan manido y manoseado termina siendo hasta cierto punto agotador.




Harry Hole es el protagonista y el eje sobre el que giran todas las novelas de su serie. Y tal es así, que según han ido pasando las novelas, el único personaje que queda desde el principio es él. El resto han ido desapareciendo de una forma u otra. Y hablando de los personajes, Harry Hole, que en esta novela ya tiene cuarenta años, pero sigue siendo el mismo que en la primera, apenas ha evolucionado, apenas se ha profundizado en él, desde el principio tiene sus episodios de borrachera, que no dejan de suceder de una novela a otra, y que suelen provocar paradójicamente no el derrumbe sino el esclarecimiento del misterio. En cuanto a los otros personajes, han variado pero al final son también los mismos. Así, Ellen Gjelten, su primera compañera, fue asesinada en Rødstrupe (Petirrojoquizá la mejor de todas con su trama de nazis noruegos, pero después podríamos decir que la sustituyó Beate Lønn, que apareció en la siguiente, Sorgenfri (Némesis), que ocupa un lugar destacado hasta la nuestra, El muñeco de nieve, donde casi ha desaparecido de escena, y donde ha aparecido Katrine Bratt. En cuanto a otros compañeros y jefes, su joven compañero Halvorsen ha tenido el mismo recorrido, más o menos, que Beate Lønn, cayendo en la anterior, Frelseren (El redentor), mientras que su primer jefe Bjarne Møller, ha tenido un lugar destacado, como amigo y salvador de Hole hasta Marekors (La estrella del diablo), pero ya en El redentor se ha medio jubilado en Bergen y allí opta por desaparecer, implicado en el caso del policía corrupto Tom Waaler, inductor del asesinato de Ellen, su primera compañera, y cabeza visible de la trama de corrupción organizada dentro de la propia policía que Hole a lo largo de las novelas ha ido desvelando y que al final ha implicado a su propio jefe Møller, y del actual, Gunnar Hagen, que ya lleva un par de novelas, podríamos decir que tiene una relación ambigua, como no podía ser menos en unas novelas donde todos son sospechosos de algo. Y eso es precisamente lo que las va vinculando unas novelas a otras, a lo que se añade los altibajos amorosos con Rakel Fauke, que apareció en Petirrojo y por ahora no ha abandonado la serie, aunque antes Hole ya tuvo un enamoramiento que terminó malamente en Flaggermusmanenn –la primera de la serie– con la sueca Birgitta Enquist o luego dentro de los bajos con Rakel, alguna escaramuza como en El redentor, pero aquí, en El muñeco de nieve vuelve a escena y de una forma protagonista Rakel y su hijo Oleg, ella porque a pesar de tener una nueva relación que va camino de casamiento con el médico Mathias Lund-Helgesen, no deja de engañarlo con su verdadero amor, Harry Hole.



En fin, que El muñeco de nieve es más de lo mismo, y lo mismo a veces gusta y a veces cansa, depende del momento de la lectura, donde a veces buscas lo mismo porque gusta y a veces necesitas cambiar porque estás cansado de lo mismo. Así es Harry Hole o las novelas de Jo Nesbø, que gustan o cansan dependiendo del momento. Porque en definitiva en El muñeco de nieve nos vamos a encontrar asesinatos cada vez más macabros, sospechosos casi culpables que luego dejan de serlo, el momento alcohólico de Hole que propicia el descubrimiento, la persecución final en este caso con Rakel de protagonista sufriente, como la prueba final que tiene que pasar el héroe y que siempre supera, el castigo del culpable y todos todos los ingredientes típicos de una novela de Hole, como no podía ser menos y que suponemos se repetirán en El leopardo. En octubre lo sabremos. 


El muñeco de nieve (traducción de Carmen Montes y Ada Berntsen), RBA, 2013. 




(1) 1997. Flaggermusmannen.
(2) 1998. Kakerlakkene.
(3) 2000. Rødstrupe (Petirrojo).
(4) 2002. Sorgenfri (Némesis).
(5) 2003. Marekors (La estrella del diablo).
(6) 2005. Frelseren (El redentor).
(7) 2007. Snømannen (El muñeco de nieve). Lectura
(8) 2009. Panserhjerte (El leopardo). Lectura
(9) 2011. Gjenferd.
(10) 2013. Politi

lunes, 28 de abril de 2014

El hijo único, de Anne HOLT




Demonens død o, como se ha traducido aquí, El hijo único –evidentemente sin guardar fidelidad al título original, que se traduciría como "La muerte del demonio"–, es la tercera novela de la serie de la subinspectora del Grupo de Homicidios de la comisaría de Oslo Hanne Wilhelmsen. Hasta ahora se habían publicado en español las dos primeras y la última –de la que hice una lectura cuando salió su traducción en el 2013–, aunque ésta se sitúa bastante alejada de las siete primeras –ver bibliografía– tanto en el tiempo de su escritura como en la trama en sí, ya que Wilhelmsen ya había dejado de ser policía y se encuentra en una silla de ruedas y por tanto el caso tiene que ver más con la casualidad de que se encuentre en el tren y después en el hotel donde ocurren los hechos que con la necesidad de investigarlos, que en un principio brilla por su ausencia, como ya comenté en su momento.

Volviendo a la novela que nos ocupa, El hijo único se publicó originalmente en 1995 y se sitúa detrás de Blind gudinne (La diosa ciega) y de Salige er de som torster (Bienaventurados los sedientos), primera y segunda de la serie respectivamente. Y aunque apenas se aleja uno y dos años de las anteriores, su trama sí que tiene alguna diferencia con ellas, como iremos viendo.

La diosa ciega le sirvió a su autora para introducir a los personajes principales de la serie. Aquí por primera vez nos encontramos con la subinspectora Hanne Wilhelmsen y también con el fiscal adjunto Håkon Sand. La primera una persona hermética, muy celosa de su intimidad, que no sabemos muy bien si es debido a su homosexualidad, que por otro lado tiene perfectamente asumida, aunque se supone que es con respecto a los demás, en un ámbito, el policial, quizá donde pudiera estar no muy bien vista esa tendencia sexual, pero todo esto son apenas elucubraciones, pues da a entender la novela y la serie en general que el problema es más bien de la propia protagonista y su miedo a expresarse más que a otra cosa. En cuanto al fiscal adjunto, Håkon Sand, su carácter o su tara, si es que hablamos de esto, es más bien su cortedad, es decir, que no es un hombre con grandes dotes, y quizá comparado con los que le rodean, sea esa precisamente la característica que se destaca. Y más si tomamos en cuenta a Karen Borg, amiga de éste –que luego será algo más–, también abogada, pero en su caso estudiante ejemplar y con éxito en su carrera de abogada, aunque no en el ámbito de lo penal, que no es el suyo. A ellos habría que añadir a personajes algo secundarios como Billy T. o la pareja de Hanne, Cecilie, una médico, que en cuanto a personalidad se aleja bastante del hermetismo de su chica y de ahí algunos conflictos que se van a ir viendo en la serie.

Como decimos, la trama de La diosa ciega es bastante enrevesada, con una serie de muertes, la primera de un drogadicto, posiblemente ocasionada en un principio por la mula, un holandés llamado Han van der Kerch, pero que luego se va a complicar con el asesinato de un abogado, Hans A. Olsen, cuya conexión va a ser lo que les va a llevar a Hanne y a Håkon hacia una trama muy bien organizada y que se dirige hacia altos cargos de la justicia del país, y cuyo final no deja de resultar un tanto rocambolesco.

Algo más sencilla es la trama de Bienaventurados los sedientos, novela más corta, con menos aspiraciones, podríamos decir, y que tiene el tema de la violación de mujeres y del racismo como elementos vertebradores, aunque quizá éste último esté menos desarrollado. Unos escenarios cubiertos de gran cantidad de sangre, tanto humana como animal, pero sin víctimas, que aparecen todos los sábados, unido a la “errónea” violación de Kristine Haverstad, también ocurrida un sábado por la noche, hará que Hanne poco a poco vaya atando cabos y relacione ambos sucesos. Siguen trabajando codo con codo Wilhelmsen y Sand, aunque el fiscal adjunto tiende a tener menor protagonismo que en la primera de la serie.

Y todavía más, o menos, en El hijo único donde ni siquiera aparece. Hanne Wilhelmsen ha sido ascendida, ha pasado de ser una mera investigadora a ser subinspectora –aunque ya lo era antes, no sé si por algún error de traducción–, el caso es que su labor actual debería ser la de coordinar y dirigir a sus investigadores, entre los que se encuentra el grandullón Billy T., que ya había aparecido en las anteriores, pero simplemente como compañero de promoción y amigo –es el único que sabe de su homosexualidad–, y como miembro de los antidisturbios, mas ahora está bajo las órdenes de Hanne como investigador de homicidios, junto a Erik Henriksen y Tone-Marit Steen.



Pero, como decíamos anteriormente, esta novela se separa algo de las dos previas y no sólo por la no participación de Håkon Sand, sino porque el protagonismo adquirido por las víctimas-asesinos es mayor. En este caso el hogar de acogida donde se cuida a los niños huérfanos o con problemas familiares, el entorno de la casa, los trabajadores de ella, los propios niños tienen un desarrollo aparte, están más trabajados, intentando la autora dar mayor realce a estos elementos de la trama, incluso hay capítulos donde es la madre de Olav la que nos va narrando la infancia de este, como dándonos las bases de su carácter conflictivo. Es decir, que el elemento policial corre paralelo a este otro. Eso no quiere decir que en las anteriores no hubiese también un desarrollo de esa parte, pero quizá se le daba menor protagonismo que en esta, destacándose más la labor policial.

Y a lo mejor es por eso por lo que el final de la novela nos deja un poco, como diríamos, insatisfechos con los policías, con Hanne y con el resto, pero quizá eso no es achacable a esta novela, quizá no lo es porque en realidad si tenemos en cuenta todos los finales de las anteriores, el llegar siempre tarde o a destiempo, el que la casualidad juegue un papel demasiado importante, el que a pesar de descubrir finalmente todo el embrollo, eso no sirva de nada o de casi nada, en fin, todo eso nos deja la impresión de que, por mucho que se resalte en las sucesivas novelas la pericia de Hanne Wilhelmsen, ésta no sea tan destacable como parece.      

A lo mejor –y estamos buscando una explicación alternativa–, a lo mejor, decimos, los finales son así porque la justicia, si es que la hay, termina siendo, como rezaba el título de la primera de las novelas de la serie, termina siendo total y absolutamente ciega: La diosa ciega o, en su noruego original, Blind gudinne.






(1) 1993. Blind gudinne (La diosa ciega).
(2) 1994. Salige er de som tørster (Bienaventurados los sedientos).
(3) 1995. Demonens død (El hijo único). Lectura
(4) 1997. Løvens gap (En las fauces del león). Lectura
(5) 1999. Død joker.
(6) 2000. Uten ekko. Escrita con Berit Reiss-Andersen.
(7) 2003. Sannheten bortenfor.
(8) 2007. 1222 (1222). Lectura 

2006. Presidentens valg (Una mañana de mayo). [Pertenece a la serie de la profiler Inger Johanne Vik y del policía Yngvar Stubø, pero aparece Hanne Wilhelmsen, ya retirada de la policía y en silla de ruedas, como amiga de Vik. Ver lectura de la serie]

lunes, 23 de septiembre de 2013

Segundos negros, de Karin FOSSUM

Svarte Sekunder (Segundos negros) es la sexta novela de la serie, también la sexta traducida al español, si bien no se sigue exactamente el orden cronológico de su publicación en su noruego natal, que ya va por el undécimo título, pues acaba de salir Carmen Zita og doden, la última novela que tiene a Konrad Sejer como el mesurado, cercano y serio investigador y a Jacob Skarre como su perspicaz ayudante.

En Segundos negros nos volvemos a encontrar con una niña desaparecida, como ya ocurrió, por ejemplo, en Se deg ikke tilbake! (No mires atrás) –de la que ya hicimos una lectura anteriormente–. Esta vez Ida Joner tiene diez años y ha salido en su bicicleta amarilla a comprar una revista al quiosco que está a unos pocos kilómetros de su casa. Ida vive sola con su madre separada en una localidad pequeña cercana a Oslo, Glassverket. Y si algo tiene Karin Fossum es lo bien que retrata la angustia ante lo terrible en ese primer capítulo de la obra. Cómo una madre, en este caso, puede llegar a tal estado de incomprensión, perplejidad, pavor, desesperación y, en definitiva, angustia, ante lo que le puede pasar o haber pasado a un hijo o, centrándonos en la novela, a su hija Ida.

Y de ahí al sentimiento de la comunidad al enterarse de la desaparición de un niño. Cómo todos, todos, tendemos a pensar en algo terrible que tiene que ver con depravaciones sexuales y sádicos y demás dementes sexuales que las novelas, las series y películas de televisión o hasta los mismos periódicos nos inoculan, pero que en realidad es nuestro propio miedo, el que sale de nosotros mismos, el que nos posee hasta no poder pensar en otra cosa, en otras posibilidades, sino, siempre, siempre, en las más terribles, en las más angustiosas y horribles.

Y la sospecha, cómo no, siempre recae en aquellos que son algo diferentes –ocurrió ya en No mires atrás con Raymond, un chico algo retrasado– y aquí será Emil Johannes, un hombre que ronda los cincuenta años, que vive solo, que apenas habla y que siempre va con su motocarro por las carreteras de la zona. En eso Fossum es una especialista, en introducirnos dentro de esos seres que no se pueden expresar como las personas que llamamos normales, que tienen algún grado de incapacidad o simplemente de diferencia, ya sea social o psíquica, como nos encontramos en Den som frykter ulven (¿Quién teme al lobo?) con Kannick y Errki, o seres que simplemente sufren problemas depresivos y de incapacidad para vivir sin más, como en Den onde viljen –obra aún no traducida al español– o como el adolescente Johnny Beskow en Varsleren (Presagios) –ver lectura de No mires atrás–, esa época, la de la adolescencia tan extraña, tan problemática, tan incomprensible, donde la personalidad aún no está madura y la capacidad para delimitar lo que se debe hacer o lo que no, más que nunca, presenta equivocadas salidas, como Segundos negros pondrá en claro.


La novela se podría dividir en dos partes. Una primera, donde Fossum nos muestra, como hemos dicho, la angustia de la madre y los sentimientos que la desaparición de la niña genera en la comunidad, además de la incapacidad de la policía de encontrar ninguna pista sobre la desaparición. Y una segunda, donde a partir de la aparición del cadáver de Ida se produce el proceso propiamente de la investigación, a través de las pistas que ese cadáver genera y a través y, sobre todo, de las conversaciones, diálogos e interrogatorios que se van a producir a partir de ahí.
     
Y es ahí, en esos diálogos, en esas pequeñas cosas que no se dicen o que no se pueden decir y que al final van saliendo de una u otra forma a la luz, donde cobra maestría el inspector Konrad Sejer, con su paciencia, con su saber estar, con esa tranquilidad que sabe transmitir, a pesar de la intranquilidad que se respira al otro lado, en la otra vertiente, en el interrogado, en el que está de una u otra forma bajo sospecha.

Y al final lo que parecía ser una cosa es otra. Porque no todo tiene que ser producto de la vileza o de la maldad. Porque en realidad muchas de las cosas que suceden, que pasan, que se producen no tienen una voluntad que las guíe hacia allí. Simplemente pasan. Y uno tiene que vivir con ello.






1995. Evas oye. (El ojo de Eva)
1996. Se deg ikke tilbake! (No mires atrás) Lectura
1997. Den som frykter ulven. (¿Quién teme al lobo?)
1998. Djevelen holder lyset.
2000. Elskede Poona. (Una mujer en tu camino)
2002. Svarte Sekunder. (Segundos negros) Lectura
2004. Drapet pa Harriet Krohn.
2007. Den som Elster noe annet.
2008. Den onde viljen.
2009. Varsleren. (Presagios)
2013. Carmen Zita og doden

miércoles, 14 de agosto de 2013

Un paso en falso, de Kjell Ola DAHL

Den fjierde raneren (Un paso en falso –o con una traducción más fiel, el cuarto ladrón–), es la tercera novela publicada en España de la serie de los policías noruegos Gunnarstranda y Frolich, pero la quinta de las ocho publicadas hasta ahora por su autor Kjell Ola Dahl –no confundir con Arne Dahl, autor sueco, también publicado en España–. Y es una pena que sólo sea la tercera, porque si algo demuestra este autor es su oficio, un oficio muy bien logrado con el que sin duda mantiene atrapado al lector de sus novelas y que se merecería un mayor interés de nuestras editoriales por publicarlo.

Dos ejes vertebran sus novelas: la desvelación poco a poco del misterio que siempre tiene que ver con hechos ocurridos en el pasado, o bien cercano o bien más alejado, y el diálogo constante que mantienen los dos policías, Gunnarstranda y Frank Frolich, entre sí o interrogando a los testigos y sospechosos hasta descubrir ese misterio.

En En liten gyllen ring (La muerte en una noche de verano) el asesinato de Katrine Bratterud, una ex drogadicta y ex prostituta, dada en adopción en su infancia, precisamente tiene que ver más con esto último que con sus relaciones en el presente con los distintos novios y amigos. Mientras que en Mannen i vinduet (Un muerto en el escaparate) el muerto, el anticuario Reidar Folke Jespersen, de setenta y nueve años, debido a su carácter osco y autoritario y en ocasiones malvado, tiene como posibles asesinos tanto a personas relacionadas con su mundo actual, esposa, amante de su esposa, hijo, hermanos, ex trabajadores, como a fantasmas del pasado más lejano relacionado con su juventud durante la segunda guerra mundial que irán surgiendo a medida que los dos policías se sumergen en la búsqueda de su asesino.

Un paso en falso tiene alguna diferencia con respecto a las anteriores –que no es el lugar donde se desarrollan, siempre Oslo– y es que el peso de la investigación, incluso, diría más, el peso de la trama, ya que le afecta en primera persona, es llevado por Frank Frolich, mientras que Gunnarstranda tiene en este caso un papel un poco secundario. Y le afecta porque se ve implicado en un romance con Elisabeth Faremo, hermana de un ladrón y delincuente y que por lo tanto le involucra sin que él pueda evitarlo en el otro mundo, y su visión del delito ya no será desde fuera, como hasta ahora, sino desde dentro, desde el momento en el cual él también está bajo sospecha.

La investigación también termina llevándonos hacia algo que tiene que ver con el pasado, un robo dos años antes de una Madonna de Bellini, pintor del renacimiento italiano, aunque el motivo primordial en este caso sea la codicia y, con ella, la mentira, mas teniendo a la belleza (de una obra de arte y de una mujer) como el elemento vertebrador, como el que propicia todo, como el pistoletazo de salida que hace que las cosas se pongan en marcha sin que se pueda evitar. 
 
Pero, como decimos, las elucubraciones en voz alta entre los dos policías, con constantes conversaciones entre ellos y con el fiscal Fristad, haciendo hipótesis de trabajo a medida que se van desarrollando las investigaciones y los interrogatorios individuales, repartiéndose las tareas tanto Gunnastranda como Frolich, van sosteniendo el desarrollo de las distintas novelas y nos van llevando de la mano, sin soltarnos, hacia el desenlace final, que siempre está marcado por alguna sorpresa de última hora, que no por eso desestabiliza el entramado muy bien construido de todo el argumento.






1993. Dodens investeringer.
2000. En liten gyllen ring. (La muerte en una noche de verano)
2001. Mannen i vinduet. (Un muerto en el escaparate)
2003. Lille tambur.
2005. Den fjerde raneren. (Un paso en falso) Lectura
2007. Svart engel.
2010. Kvinnen i plast.
2011. Isbaderen.

lunes, 29 de abril de 2013

Lo que esconden las nubes oscuras, de Anne HOLT

Las casualidades son elementos que juegan un papel en cierto modo importante en las novelas policíacas. Los accidentes de todo tipo forman parte de las casualidades. Pero cuando los accidentes son el elemento primordial que caracteriza el final de la novela, el elemento con el que de algún modo se resuelve la trama: algo falla. Algo importante falla. No es cuestión de que la novela deje de sorprender o que el misterio se resuelva de una forma impactante o no esperada. El problema se encuentra en la tergiversación de la verosimilitud. No es que un accidente o una casualidad no formen parte de la realidad que nos envuelve y que somos, y en la realidad que se inventa la novela en cuestión, lo son, forman parte, es decir, no dejan de ser reales y verosímiles, pero no cuando algo chirría, cuando al leer el desenlace, te dices, pero por qué razón nos asalta con esto, por qué demonios estropea el autor una trama hasta ese momento bien trabada, organizada, con unos personajes creíbles, con unos protagonistas con los que nos identificamos, con un asunto bien solucionado.

Iguales o parecidos problemas me encontré con Det som aldri skjer –o como la han traducido aquí: Crepúsculo en Oslo (sin ningún sentido, por cierto)– y es que la trama no termina. No es el mismo problema que me generó Castigo, la primera de la serie que protagonizan el inspector Yngvar Stubø y la que será ya su pareja en esta que nos ocupa. En Castigo el error es evidente, la casualidad se torna protagonista al final de la novela cuando se estrellan en un accidente de tráfico los dos perseguidos. Es tan preponderante que derrumba el final, que lo sustrae, nos lo roba, o, mejor, asesina, de alguna forma.

Aquí, en Crepúsculo en Oslo, el asesino se nos queda pendiente, no porque no lo conozcamos, sino porque, según propone la novela, es el asesino perfecto: inalcanzable, todopoderoso, sin castigo.

Otra novela también fallida es Una mañana de mayo. En una trama que envuelve a la presidenta de EEUU, secuestrada no sabemos por quién en Noruega, y que resulta que la han abandonado en un sótano de la casa de Hanne Wilhelmsen –la protagonista de su serie anterior (hasta ahora se han publicado en español los tres primeros [ver lectura] y el último de la serie [ver lectura])–, donde aparece tampoco sabemos cómo Inger Johanne Vik.

Excluyo, aunque no del todo, Noche cerrada en Bergen. Es la mejor trabada en todos los sentidos, pero esa amiga de hace veinte años que aparece para darle a Inger Johanne la clave del grupo homofóbico estadounidense…

Junto a ella, la última es la mejor de las cinco. El tema es lo suficientemente concreto y preocupante: el maltrato de los niños, como para sostener él solo la novela. Y está bien, muy bien llevada, aunque Yngvar Stubø no aparezca en ella, demasiado ocupado por la masacre de la isla de Utoya. Pero no.

No. A Skyggedod (Lo que esconden las nubes oscuras) le sobran los últimos cuatro párrafos, sin más. También le podría sobrar ese encuentro a lo Poirot en la casa del suceso de los incriminados, pero, en fin, se puede aceptar. Pero lo que le sobra, sí o sí, es ese accidente final sin sentido (excepto para continuar en una nueva novela con un nuevo inicio o terminar con la serie protagonizada por Inger Johanne Vik y su marido Yngvar Stubø, que parece ser la pretensión de la autora).






(1) 2001. Det som er mitt. (Castigo)
(2) 2004. Det som aldri skjer. (Crepúsculo en Oslo)
(3) 2006. Presidentens valg. (Una mañana de mayo)
(4) 2009. Pengemannen. (Noche cerrada en Bergen)
(5) 2012. Skyggedod. (Lo que esconden las nubes oscuras). Lectura