No son series de televisión, aunque permiten una secuencia. No son series de televisión policíacas, aunque pueden ser la raíz y son policíacas. No son asesinos en serie, aunque los hay. Son series de detectives o investigadores: Marlowe, Rebus, Conde, Beck, el agente de la Continental, Bosch, Morck, Jaritos, Romano, Grens, Grave Jones y Coffin Johnson, Sejer, Bevilacqua, Wilhelmsen, Adamsberg, Erlendur... Y se sitúan en cualquier lugar, son de cualquier lugar: la muerte está en todas partes.

sábado, 9 de agosto de 2014

El noveno círculo de hielo y Helsinki Blood, de James THOMPSON




Lucifer’s Tears o, como se ha traducido al español, El noveno círculo de hielo, es la segunda novela de la serie del inspector Kari Vaara, mientras que Helsinki Blood es la última novela, la cuarta de la serie, en la que dicho inspector termina siendo comisionado del National Bureau of Investigation o NBI. Su autor, James Thompson, es un estadounidense afincado en Finlandia desde hace quince años que acaba de morir inesperadamente el 2 de agosto de este 2014, es decir, hace apenas unos días.

De los cuatro libros de la serie –estaba por aparecer este año el quinto, Helsinki Dead, del que no sabemos si ya estaba terminado o no a la hora de la muerte de su autor–, el primero, Snow Angels (Ángeles en la nieve), es el único que no se ambienta en Helsinki sino en Kittilä, un pueblo situado en la parte baja del Círculo Polar Ártico, lugar de procedencia de Kari Vaara y en el que precisamente la ambientación juega un lugar protagonista en la novela. Incluso, podemos añadir, el cambio de lugar provoca en toda la serie un cambio sustancial en la propias novelas, una, podríamos llamar, degeneración argumental que tiene que ver a su vez con una degeneración física y moral del propio protagonista de las mismas, Kari Vaara.

Situémonos, en la primera novela, Ángeles en la nieve, Kari Vaara es un simple inspector de policía de Kittilä, casado con Kate, una norteamericana que trabaja como directora general de un gran complejo turístico. Ella está embarazada de gemelos y está a punto de perderlos en un accidente de esquí donde se rompe el fémur. Gran parte de la novela trata de las difíciles relaciones por el contraste cultural que se da en la pareja. El caso al final tiene que ver con la propia historia personal de Vaara, donde su exmujer Heli cobra protagonismo, al igual que su actual marido Seppo Niemi, al principio el principal sospechoso, y en la que incluso su compañero, el sargento Valtteri, un “laestadianista devoto”, juega un papel inesperado.   

Decimos, Ángeles en la nieve, excepto por ese final que diríamos un tanto aparatoso, se mueve en un ámbito, llamémosle, hasta cierto punto coherente, aunque su desarrollo se vaya enrevesando a medida que avanza la novela y el contexto familiar, no sólo el de la pareja protagonista, sea un lugar más de conflictos que de otra cosa. Todo el entramado se inicia con el asesinato de Sufia Elmi, una actriz negra de películas de serie B. Ella es una hija de somalíes ya establecidos en Finlandia años antes. Y su asesinato, por el grado de crueldad, en un principio podría tener ciertos rasgos xenófobos, aunque su desarrollo posterior nos lleve por otros derroteros. Pero ya en ella, en la novela, decimos, se muestran ciertas exageradas características que en las sucesivas se van a amplificar hasta desfigurar las propias novelas.

En El noveno círculo de nieve, año y medio después, Kari Vaara, debido, entre otras cosas, a ese final espectacular de la anterior novela, se ha trasladado a Helsinki, al departamento de homicidios –murhoryhmä– de la comisaría de Pasila, y Kate, que perdió a los gemelos pero ahora vuelve a estar embarazada, dirige el único hotel de cinco estrellas de la ciudad. Aquí, Jyri Ivalo, el comisario superior de policía, que ya apareció en la novela anterior, cobra especial protagonismo como sospechoso por su afición al sexo y como –diríamos– el inductor del mal en las siguientes novelas, y aparece el nuevo compañero de Vaara, Milo Nieminen, un sargento de 25 años, de rasgos ciertamente extremos, con un coeficiente intelectual superior, exageradamente aficionado a las armas, además de hacker metido a policía. A ello añadimos la familia de Kate, su hermana Mary, incapaz de adaptarse a una nueva cultura, y su hermano John, borracho y drogadicto, que vienen a ayudar –entre comillas– a su hermana con su futura hija, Anu. Y el caso, el sangriento asesinato de Iisa Filippov, aficionada al sexo, estonia como su marido, Ivan, un hombre de negocios adinaerado en Helsinki con vínculos mafiosos, y con Linda Pohjola, la secretaria de éste, completando el triángulo, más la investigación paralela, ordenada desde las altas esferas de la política finlandesa, sobre un asesino de guerra, pero héroe nacional, Arvid Lahtinen, de 90 años, amigo y compañero de Ukki, el abuelo de Kari Vaara, que terminará siendo también amigo de Vaara, a pesar de su historial sangriento.

Si decimos que todo se resuelve envolviendo en la corrupción a todos o a muchos de los elementos políticos de la nación, incluido el ministro de asuntos interiores y el comisario jefe de policía, nos ayudará a determinar por dónde van a ir los tiros de las dos siguientes novelas, Helsinki White y Helsinki Blood. En ellas, Vaara comanda una especie de unidad oculta o secreta, organizada por Jyri Ivalo, contra la corrupción, que tiene todos los medios legales e ilegales para combatirla. Formarán parte de ella, el propio Vaara, su compañero Milo y se agregará Sulo Polvinen, Sweetness, como lo llama Kate, que apareció de forma tangencial en la anterior novela, un grandullón muchacho de apenas veinte años sin oficio ni beneficio, pero que cae bien a Vaara, y con gran dosis de aguante alcohólico y con un dominio de las armas extraordinario. Además Vaara tiene un tumor cerebral, anunciado en la anterior novela y que aquí le es extirpado, pero los efectos secundarios le convierten en un ser amoral donde roba a los ladrones para financiar sus propias investigaciones, que en este caso se ven encaminadas hacia los elementos de extrema derecha de la sociedad finlandesa. El caso se inicia con el asesinato de una política negra, Lisbet Söderlund y se enreda con incluso agentes secretos franceses como Adrien Moreau.

Porvoo, cerca de Helsinki, Finlandia
Lugar donde se encuentra la casa de Arvid Lahtinen
que termina heredando Kari Vaara
y donde se desarrolla parte de la trama de Helsinki Blood

La última novela, Helsinki Blood, parece estar pensada para que la degeneración en la que se ha convertido Helsinki White se mitigue un poco, aunque se inicia con el abandono de Kate del, por decir algo, hogar familiar, donde estaban todos metidos desde la novela anterior, Milo, Sweetness, sus novias o casi novias, Mirjami y Jenna, a pesar de la invalidez temporal de Vaara, debido al disparo en la rodilla del final de Helsinki White. Kate, que sufre estrés postraumático debido a lo mismo, decimos, se da a la bebida y se marcha a su país junto a su hermano John, aquel borracho y drogadicto que apareció en la segunda de la serie.

La excusa de la novela es el secuestro para la prostitución por las mafias, y que envuelve al cuerpo diplomático ruso, de una chica de trece años estonia que además tiene síndrome de Down, Loviise. Y parece un buen motivo para esa superación del deterioro moral que ha sufrido el protagonista en las novelas anteriores, pero aunque la trama se ajuste al objetivo, recuperando el protagonista a su mujer y la cordura moral en cierto modo, el deterioro argumental, la degeneración en la calidad de las novelas ha sido tan palmario, que el tumor que había amenazado de muerte al propio protagonista y que ya apareció al final de la segunda, también se instaló en las mismas novelas de tal forma que su desarrollo ha terminado por provocar una metástasis de tal magnitud que, creemos, no hay nada que las salve.     






(1) 2009. Snow Angels (Ángeles en la nieve).
(2) 2011. Lucifer’s Tears (El noveno círculo de hielo). Lectura
(3) 2012. Helsinki White.
(4) 2013. Helsinki Blood. Lectura
(5) 2014?. Helsinki Dead. [Posible publicación en 2014 o 2015, pero inacabada por la muerte de su autor el 2 de agosto de 2014]

lunes, 28 de julio de 2014

El último verano en la isla, de Johan THEORIN




En la primavera y el verano Gerlof Davidsson se traslada de su residencia de Marnäs a Stenvik donde tiene su casa cerca de la costa. Gerlof tiene cerca de ochenta y cinco años y éste posiblemente sea su último verano en la isla de Öland. Así se ha titulado la novela en español, El último verano en la isla, obviando su título original Rörgast en sueco que hace referencia a los túmulos de la Edad de Bronce que tienen cierto protagonismo en la novela. Porque todo empieza con el extraño enterramiento de uno de los Kloss allá por 1930 en el que estuvo presente siendo apenas un adolescente de quince años el mismo Gerlof, pero también alguien más que al poco emigró y ahora ha retornado, setenta años después, a la isla donde nació.

Antes de Rörgast Johan Theorin ha publicado tres novelas más del llamado cuarteto de Öland y cada una corresponde a una estación del año –ver bibliografía abajo–. Skumtimmen (La hora de las sombras), la primera de todas, se publicó en el 2007 y allí se nos presentó una trama que envolvía aspectos misteriosos que tenían que ver más con supersticiones o incluso leyendas de pueblo, y que el propio título ejemplifica, la hora de las sombras, se dice en la novela, es el momento de contar historias espantosas o historias de fantasmas. Pero esa historia es una historia real, la desaparición en 1972 del nieto de Gerlof, Jens, en un día de niebla extrema. Quizá de las cuatro sea la más conseguida y ya en ella se nos muestran las características que van a tener todas ellas. Un elemento de misterio que tiene que ver con la isla de Öland, con algún lugar o localización concreta, las más de las veces, y un desarrollo que nos traslada al pasado, al germen del misterio, y a distintos puntos de vista, a perspectivas distintas desde donde se ve el misterio, confluyendo en el anciano marinero Gerlof, que de alguna forma siempre está metido en cada uno de ellos, bien siendo protagonista, como en la primera, debido a la desaparición de su nieto veinte años antes, bien de una forma más adyacente, como en las tres siguientes, pero siempre mostrando su capacidad reflexiva que le lleva a ver lo que para otros es algo neblinoso con total claridad.

Así en La hora de las sombras el germen tiene que ver con un personaje Nils Kant que se nos muestra como la maldad en persona –la escena del ahogamiento de su hermano Axel, ocurrida allá por julio de 1936, es escalofriante y turbadora–, los puntos de vista van desde el recorrido vital de Kant a la desesperación de Julia, la hija de Gerlof y la madre de Jens, que se traslada a Öland intrigada por su padre, Gerlof, que lleva a cabo ciertas poco profesionales investigaciones con respecto a la desaparición de su nieto, ayudado por sus amigos John y Ernst, y la posterior perspectiva y ayuda –entre comillas– del policía de Marnäs Lennart Henriksson.

En Nattfåk (La tormenta de nieve), abandonamos Stenvik y Marnäs, lugares donde se situaba la primera para subir al nordeste de Öland, a la zona de los faros, Åludden, dos años después de lo ocurrido en la primera, y esta vez nos retrotraemos a 1846, momento de la construcción de la casa donde se van a desarrollar los acontecimientos y que se torna casi en un personaje protagonista más de la trama, casa que se construyó con las maderas provenientes del hundimiento de un carguero cerca de los faros. Allí Katrine, la mujer de Joakim Westin, y madre de Livia y Gabriel, morirá ahogada, pero lo que podría parecer un suicidio o una muerte accidental puede no serlo. Y para ello tomamos la perspectiva de Tilda, nieta de un hermano mayor de Gerlof y recién trasladada a Marnäs como policía de proximidad, y encargada de dar la noticia a Joakim. También tenemos un desarrollo paralelo de tres ladrones, Henrik, por un lado, y los hermanos Serelius, por otro, que se dedican a robar en las casas de veraneo vacías de la isla, que acabarán en la casa de Åludden. Y por último las anotaciones en un cuaderno de la madre de Katrine, Mirja Rambe, que aparecen al principio de los capítulos y nos van narrando las distintas muertes ocurridas en la casa o en los alrededores, ya por tormentas de nieve, como la que se avecina, ya por otras causas, a la que se ha sumado la de Katrine y que añade el elemento misterioso, fantasmal, al argumento.



Blodläge (La marca de sangre) tiene lugar en primavera, y Gerlof decide salir de su residencia en Marnäs para trasladarse a su casa de Stenvik durante algún tiempo, allí se encuentra con nuevos vecinos, que viven en dos mansiones recién construidas y otro, Per Mörner que ahora vive en la casa roja donde vivía el amigo de Gerlof, el escultor de piedra Ernst, muerto en la primera novela. El espacio en este caso es la cantera, ya abandonada, de donde sacaba la piedra Ernst para sus esculturas y que está al lado de la casa de éste y la historia en realidad son dos historias, las de los nuevos vecinos, Vendela, una mujer débil, propensa a la depresión, casada con Max, pero que procede precisamente de Öland, donde vivía con su padre, un antiguo obrero de la cantera, y que nos sumerge en los misterios de las hadas en la que creía de niña y sigue creyendo de mayor; y la de la familia de Per, separado con dos hijos preadolescentes, Jesper y Nilla, ésta enferma de cáncer, y con un padre Jerry, al que apenas ha tratado, con un pasado relacionado con el negocio de las revistas y las películas pornográficas; y por último se añaden los diarios que ha empezado a leer Gerlof de su esposa fallecida hace veinte años, Ella, que nos hablan de su creencia en los trols, enemigos de las hadas, y de su soledad al vivir con un marido marinero. Nuevamente el pasado actúa en el presente –de ahí el título, Blodläge o La marca de sangre, que hasta la piedra de la cantera tiene–, el pasado de Jerry y que afecta a Per, y el desgraciado pasado de Vendela que vuelve al retornar ella a su isla, y por último el pasado de Gerlof en boca de su Ella, que de alguna forma resolverá el misterio.

Borgholm, al norte de Öland, Suecia
En El último verano en la isla estamos a las puertas del nuevo milenio pero todo inicia en 1930 en el enterramiento de Edvard Kloss antepasado de los nuevos Kloss, Kent, Veronica y Niklas, propietarios del Örlandic, un complejo vacacional y turístico, que los convierte en los adinerados del lugar, y que están en pleno Midsommar, el día más largo del verano, con unas colas kilométricas de veraneantes cruzando por el puente que une Kalmar, en el continente, con la isla de Öland para pasar allí las apenas seis semanas del corto verano sueco en busca de fiesta y alcohol. Esta novela es donde mejor se observa la estructura de las novelas de Theorin, cada capítulo muestra el personaje desde donde está contado lo que sucede, y así se van alternando las perspectivas de Jonas, hijo de uno de los Kloss, un muchacho de apenas quince años, amigo de los nietos de Gerlof, que se encuentra con un barco fantasmal con una tripulación fantasmagórica en plena noche; la del Retornado, Aaron Fredh, emigrado a la Unión Soviética en los años treinta y que allí será Vladímir Yegerov, y que nos narra sus vicisitudes en ese país hostil y el regreso a su isla y su ansia de venganza; la de Lisa, una disk jockey con dos caras, y que es una perspectiva que mira desde fuera y que se encuentra dentro de algo sin esperarlo; y, por último, la de Gerlof, que decide pasar unas semanas fuera de la residencia, quizá sus últimas semanas de vida, que une sus recuerdos a su extremada curiosidad para encontrar el origen de lo que está sucediendo ese verano en la isla.



Cuatro novelas muy bien construidas en un entorno entre ficticio y real –el propio autor nos dice que algunas localizaciones, Stenvik, por ejemplo, no son reales pero sí basadas en lugares de Öland–, con unas historias donde se mezcla lo misterioso –que tiene que ver con las leyendas propias de los pueblos– y la intriga de lo que sucede en el presente, y que a su vez nos remonta al pasado como clave para resolver ese misterio y esa intriga y con un investigador, que además es un contador de historias, Gerlof Davidsson, un octogenario, antiguo marinero jubilado, y que rompe todos los esquemas de lo que es el prototipo preponderante. Eso es lo que nos encontramos cuando nos sumergimos en el cuarteto de Öland, unas historias policiacas contadas por un octogenario como si fuesen historias de fantasmas, pero sin fantasmas.   






(1) 2007. Skumtimmen (La hora de las sombras). [Otoño]
(2) 2008. Nattfåk (La tormenta de nieve). [Invierno]
(3) 2010. Blodläge (La marca de sangre). [Primavera]
(4) 2013. Rörgast (El último verano en la isla). [Verano] Lectura

viernes, 18 de julio de 2014

El hombre con cara de asesino, de Matti RÖNKÄ




No es muy frecuente encontrar autores finlandeses traducidos al español, tampoco son frecuentes los autores finlandeses que se dediquen a escribir novela policiaca, al contrario que sus vecinos de la zona escandinava, ya sean suecos o noruegos, incluso daneses, y hasta algún que otro islandés como Indridason, pero finlandeses no, no los hay o hay muy pocos, y éste que leemos, Matti Rönkä, es uno de los pocos –otro, un estadounidense afincado en Finlandia, James Thompson, (ver lectura)–.

Y además de ser pocos son poco traducidos, ya que ésta que presentamos, Tappajan näköinen mies, traducida en Alfaguara como El hombre con cara de asesino, es la primera y única de la serie de siete novelas cuyo protagonista es Víktor Kärppä, y que se publicó en su lengua original allá por el año 2002, o sea hace más de una década. Su autor, ya mencionado, Matti Rönkä, es un reconocido periodista de la primera cadena de televisión finlandesa, YLE TV1. 

Y ese desconocimiento en estos lares que se deja traslucir por la poca difusión de lo que viene de allá se acrecienta además por la propia idiosincrasia de la serie de Kärppä, pues quién nos iba a decir que esta especie de detective privado no al uso se llame también Víktor Niloláyevich Gornostáyev ya que su lugar de origen es Sortavala, un pueblo que se sitúa en la región rusa de Carelia, una zona fronteriza a caballo entre Finlandia y Rusia y un territorio cuya historia es un trasvase constante de finlandeses y rusos de un país a otro dependiendo de los vaivenes históricos correspondientes. Y sí, allí, Kärppä sigue teniendo a su madre, Anna Gornostáyeva, y en Moscú a su hermano Alekséi, y también allí en Sortavala está establecido uno de los hombres para los que trabaja, Valeri Karpov, cuyo socio en Helsinki es Ryzhkov. Porque Vïktor Kärppä vive en Helsinki y su labor como detective privado es algo secundario, ya que en realidad él trabaja haciendo pequeños chanchullos de contrabando para Ryzhkov, aquí, en Helsinki, y Karpov, allí, en la Carelia rusa, aprovechando su ambigua nacionalidad, ya finlandés, por parte de madre, ya ruso más concretamente ingrio, por parte de padre.

Tres elementos, pues, nos vamos a encontrar en esta novela, que se van entremezclando a partir de la voz en primera persona de Kärppä: uno, el histórico-sociológico, más o menos comentado en lo que antecede, que nos da el anclaje vital; otro, el socio contextual, que nos lleva hacia una trama vinculada al contrabando entre un país rico y occidental, como puede ser Finlandia, y los orientales o del bloque del Este, podríamos decir, que están al otro lado de la frontera, Rusia o la Carelia rusa y, a muy poca distancia por mar, Estonia y su capital Tallin; y justo, relacionado con esto está el último elemento, el de la intriga policial, hasta ahora no comentado, que tiene que ver con la desaparición de Sirje Larsson, de soltera Lillepuu, una ciudadana estonia, casada con un finlandés, el librero Aarne Larsson, que es precisamente quien le pide ayuda a Kärppä para encontrar a su mujer desaparecida.

Zona del golfo de Finlandia, con Tallin al Sur
y al Este la zona de Carelia, donde se encuentra Sortavala

Y a ese embrollo inicial, con por ahora tres capas, se van a unir otras tres más, que además se van desdoblando: las relaciones personales de Kärppä, familiares con su madre, que sufre un infarto, y su hermano, y amorosas con Marja Takala, una estudiante con la que no casa muy bien, debido a su carácter algo retraído; las que le vinculan con la policía finlandesa, siendo una especie de informante sin serlo del inspector Korhonen, también a su modo un tanto raro, con el que mantiene unos diálogos a veces demasiado sarcásticos, y las que involuntariamente tiene con los servicios secretos rusos, el SFS, antigua KGB, y con su contacto, Arkadi, que desembocarán en un final, quizás, un tanto artificioso; y, por último, otra vez, con los estonios, las mafias estonias de contrabando, ya que Sirje, la mujer desaparecida, además es hermana de Jaak Lillepuu, cabecilla de una organización estonia vinculada al tráfico de drogas que se quiere establecer en Helsinki.


Como vemos, en poco más de doscientas páginas de novela el aspecto informativo, de demasiada información, queremos decir, y la cantidad de desvíos, de vínculos, de relaciones ambiguas y escondidas es, decimos, quizás excesiva y de eso es precisamente de lo que peca esta novela. No por la trama en sí, que no deja de resultar a pesar de todo fluida, salvando lo que hemos dicho, ni por el personaje principal, del que en cierto modo nos encariñamos, ya que todo el mundo de alguna forma lo utiliza, a pesar de su cara de asesino o precisamente por eso y que él mismo justifica de esta forma: "En el ejército me dijeron: 'Gornostáyev, es usted un hombre con cara de asesino'. Yo más bien pensaba que mi apariencia era la de una persona amable y bondadosa, pero en el servicio militar se oyen en general muchas cosas sin sentido. Más tarde entendí lo que habían querido decirme los oficiales. Muchos se quedan paralizados ante el peligro, o entran en pánico, y eso es algo que se refleja en la cara. A mí no. Yo noto el subidón de adrenalina y cómo el miedo y los pensamientos me invaden la cabeza, pero al mismo tiempo mi razonamiento se vuelve más nítido y ágil, mientras que mi rostro se torna inexpresivo".


No, su falta no viene por ahí, sino por la necesidad de mayor desarrollo y profundidad, eso es lo que echamos algo en falta. Y quizá esa falta sea debida a que esta es una primera novela de una serie de siete que precisamente nos está introduciendo, nos está dando lo preliminar, y que posiblemente –no lo sabremos si no tenemos las siguientes– sea como una especie de anticipo de lo porvenir. Y sólo partiendo de ese punto de vista, del de que ve la situación en retrospectiva podríamos valorar de otra forma esta novela. Con todo, un buen personaje, una buena trama en un buen contexto.  






2002. Tappajan näköinen mies (El hombre con cara de asesino). Lectura
2003. Hyvä veli, paha veli.
2005. Ystävät kaukana.
2007. Isä, pika ja paha henki.
2009. Tuliaiset Moskovasta.
2011. Väärän maan vainaja.
2013. Levantin kyy.