No son series de televisión, aunque permiten una secuencia. No son series de televisión policíacas, aunque pueden ser la raíz y son policíacas. No son asesinos en serie, aunque los hay. Son series de detectives o investigadores: Marlowe, Rebus, Conde, Beck, el agente de la Continental, Bosch, Morck, Jaritos, Romano, Grens, Grave Jones y Coffin Johnson, Sejer, Bevilacqua, Wilhelmsen, Adamsberg, Erlendur... Y se sitúan en cualquier lugar, son de cualquier lugar: la muerte está en todas partes.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Nunca ayudes a una extraña, de J. M. GUELBENZU




En Nunca ayudes a una extraña, la última novela de la serie de la Juez de Primera Instancia e Instrucción Mariana de Marco, el protagonismo de la misma viene compartido por un nuevo personaje, el periodista Javier Goitia, –del que no sabemos si viene para quedarse o no–. Y decimos que comparten protagonismo porque la novela está narrada alternando capítulos en primera persona, los de Javier Goitia, y tercera –aunque habría que añadir los correos electrónicos (que no e-mails, término que no le gusta al autor) que Mariana escribe a su amiga íntima Julia, la arquitecto que ha ido apareciendo en la últimas novelas de la serie y que ahora se encuentra de viaje de negocios en Brasil, correos que vienen a resumir tanto el progreso en la investigación como el progreso en el enamoramiento, como luego veremos–, donde la Juez, continuamos, como en las novelas anteriores, se convierte en el sujeto que mueve los hilos, pero también en el objeto atentamente observado, de ahí esa tercera persona, un narrador externo que constantemente se recrea en la belleza o, mejor, atractivo de esta juez –que vuelve a tener 45 años como en la novela anterior a pesar de haber pasado tres años en la cronología interna de la serie (ver bibliografía abajo)–, como también lo hace y ya desde la primera escena los ojos curiosos de Javier Goitia.

Volvemos a estar en G…, lugar donde ejerce la Juez De Marco, después de aquel viaje un tanto enrevesado por el Nilo que fue la novela anterior, Muerte en primera clase, y volvemos a G… en primer lugar de la mano de Goitia, un periodista de investigación de 54 años que se acaba de quedar sin empleo debido a que su empresa ha cerrado, estamos en el 2004 –en concreto el 1 de julio (hay una errata en la primera página de la novela)– y el periodismo ya no es lo que era. Goitia viene a la ciudad a pasar unos días de vacaciones con su amigo Manolo, que regenta un bar en el centro, y ya desde la estación de Chamartín donde coge el tren sus ojos no pueden dejar de seguir la atrayente anatomía de la Juez.

Pero esa intromisión no será la única, puesto que ya en G… se produce un incidente en el que se ve envuelto, la aparente violación de una mujer, Concepción Ares, y la implicación de Francisco Llorente, el hijo juerguista de una influyente familia de la ciudad. Poco después la misma mujer aparecerá muerta tras haber caído por la terraza de su casa. Una posible violación y un aparente suicidio que instruirá la Juez De Marco.

Y en este contexto J. M. Guelbenzu se vuelve a recrear en el retrato, llamémosle decimonónico, de las familias pudientes implicadas –la alta burguesía otra vez como protagonista, algo muy dado en este autor y también muy típico en las novelas del XIX–, la de Concepción Ares, con su padre, el patriarca Constantino, dominante y altanero, la beata de su mujer Dorinda y de su hijo el cura, más Gonzalito Ares, el otro hermano, vividor sí, pero también el encargado de seguir llevando los negocios de la familia a buen puerto. Por otro la familia del presunto violador, los Llorente, Rufino padre y Rufino Jr., el que se sigue encargando también de los negocios de la familia, pero que como toda buena familia tiene un garbanzo negro en ella, el tal Paco Llorente. Y por último, la tercera en discordia, aunque en menor medida, la familia del marido de Concepción, Tomás Sánchez-Hevia. Un matrimonio de conveniencia, como no podía ser de otra forma.


Las presiones, pues, para que los trapos sucios salgan lo menos posible a la luz, no dejan de llegar a la encargada de instruir el caso o los casos, Mariana de Marco, pero como en las anteriores novelas eso no es más que un incentivo para que ella se muestre aún más independiente. Porque el entorno de los juzgados es el mismo que ya vivimos en El hermano pequeño (ver lectura), sigue estando el juez decano Carbajo, como cierto enemigo de Mariana, y luego su secretario Pelayo y el inspector Quintero, ambos de su parte, y en esta novela, vuelve a aparecer aquel inspector un tanto extravagante, Alameda, que tuvo su protagonismo en Un asesinato piadoso, en este caso cuando la novela se traslada a una ciudad cercana, S… Y eso nos hace detenernos en algo que hemos ido observando a medida que se han sucedido las novelas de la serie, el anclaje cada vez mayor en la descripción de las ciudades, en este caso G… y S…, que aunque el autor no quiera llamarlas por su nombre, quizá llevado por conservar el nombre de la tercera V… –es decir, como ya dijimos en la anterior lectura, la Vetusta de Clarín, otra vez la novela decimonónica como guía– el cariz simbólico de un lugar ficticio pero en el fondo real y existente, que, como decimos, se describe y se muestra cada vez con mayor precisión, en las calles y barrios, en los bares, en los restaurantes, mencionados y descritos, en las playas y paseos marítimos…

Plaza Mayor de G..., donde se sitúa el Hotel
en el que se aloja Javier Goitia

Pero donde de verdad se observa un cambio en la novela con respecto a las anteriores, no es en la trama, que vuelve a estar bien llevada, sino en la injerencia del periodista. Una injerencia en la escritura, ya hemos hablado de esa primera persona que lo pone en paralelo con Mariana en cuanto al protagonismo de la novela y una injerencia en la trayectoria personal de la propia Juez. Mientras en las anteriores novelas Mariana de Marco se ha caracterizado por su predisposición por acercarse a los malos de la película, no sólo en la investigación, que sería lo lógico, sino a introducirse en sus escarceos amorosos en la boca del lobo, por esa atracción al mal o al peligro de la que hablamos en el anterior comentario, ahora eso deriva en un cierto enamoramiento progresivo que se va produciendo a medida que transcurren las páginas de la novela y a medida que se van sucediendo los acontecimientos investigados, investigados por ambos, en un ten con ten, que acaba como tiene que acabar, pero claro no hacia el malo, sino hacia el bueno. Y, quizá, esa chispa que tenían antes las novelas se ha perdido aquí, sustituida por un entontecimiento clásico. Eso sí, el vouyerismo permanece y las escenas donde el cuerpo de Mariana cobra todo su vigor, no dejan de estar, en este caso vistos desde dos puntos de vista, el de siempre, el del narrador que se recrea, más ahora el de los ojos de Goitia ya desde la primera página de la novela.
       





(1) 2001. No acosen al asesino. [La trama posiblemente se sitúa en 1996-97]
(2) 2004. La muerte viene de lejos. [¿1997?]
(3) 2007. El cadáver arrepentido. [El tiempo interno se desarrolla en 1998, aunque hay referencias a todo el desarrollo del siglo XX]
(4) 2008. Un asesinato piadoso. [Se sitúa en 1999]
(5) 2011. El hermano pequeño. [En el 2000] Lectura
(6) 2012. Muerte en primera clase. [En el 2001, justo antes de la 2ª guerra del golfo, que se menciona explícitamente]
(7) 2014. Nunca ayudes a una extraña. [Julio de 2004] Lectura

viernes, 5 de septiembre de 2014

El muñeco de nieve, de Jo NESBØ




La lectura de una cualquiera de las novelas de Harry Hole, independiente, sin seguir el hilo de la serie, entre ellas la que nos ocupa, es absorbente, te atrapa y te lleva, tiene un ritmo ágil y una sucesión de escenas y acontecimientos que van pasando con fluidez, y la intriga, el misterio te hipnotiza con facilidad. Pero cuando lees la sucesión de novelas de la serie, desde las primeras –aún no traducidas– hasta ésta, la séptima, caes, en cambio, en lo ya dicho, en lo repetido, en la copia del esquema, cayendo en que los distintos argumentos en realidad son casi casi el mismo, siempre. 

Snømannen se publicó en su lengua original –noruego– en 2007 y su traducción al español como El muñeco de nieve en 2013. Dentro de la serie de Harry Hole ocupa el séptimo lugar de las diez que ya forman parte de la misma, como hemos mencionado ya. De ellas sólo se han traducido la mitad, cinco de diez, pero para este mismo año se espera una nueva novela de Jo Nesbø, aunque no en la Serie Negra de RBA como hasta ahora, sino en Roja & Negra de Random House: El leopardo –siguiendo la traducción inglesa del título, aunque la traducción del noruego de Panserhjerte sería más o menos “Corazón blindado”–. Aparte de la saga de Hole, el autor tiene editadas dos novelas policiacas independientes, Headhunters, ya traducida al español, y en este año 2014 Nesbø ha publicado Sønnen. Pero para los seguidores de la serie es de agradecer que aparezca una más, prevista para el mes de octubre, que en la cronología de la serie es la octava, quedando por traducir todavía las dos primeras y las dos últimas –ver bibliografía abajo–.

Pero entrando en lo que nos interesa, El muñeco de nieve de alguna forma retoma un tema, el de la búsqueda de un asesino en serie, que ya apareció precisamente en la primera de las novelas de este policía alcohólico, Flaggermusmannen –que traducido el título sería algo así como “El hombre murciélago”, aunque no tenga nada que ver con el famoso Batman–. Ya en esa primera novela, como decimos, ambientada en Sidney –junto a Kakerlakkene (que se traduciría como Las cucarachas), la segunda, que se sitúa en Bangkok, las dos únicas que ocurren fuera de Oslo–, Harry Hole es el encargado de encontrar al asesino de una mujer rubia, Inger Holter, de 23 años y, por supuesto, noruega –de ahí que Hole entre en escena–, y que terminará siendo un asesino en serie de mujeres rubias a las que violará primero y estrangulará después. De la misma forma en El muñeco de nieve la propia trama de la novela alude a esa trágica persecución de The murri, el asesino aborigen australiano.


Pero no es la única repetición que nos vamos a encontrar en las novelas de Hole, ni mucho menos. Podríamos decir, incluso, que todas ellas se basan en una continua y continuada repetición de tics, situaciones, personajes, enredos, borracheras, enamoramientos trágicos o desastrosos y, sobre todo, sospechosos erróneos. Porque al final todo se basa en ir descartando a sospechosos de los que se da por hecho que son los culpables y asesinos, incluso la novela –en realidad las siete de las que vamos a hablar–, tiene un momento donde todo parece que acaba porque ya se ha encontrado al culpable y resulta que al final no, que todo necesita de un reset –que normalmente ocurre cuando ya se llevan transcurridas unas trescientas o trescientas cincuenta páginas de la novela–, un volver a empezar que lo que hace es acumular páginas y páginas a las distintas tramas. Y es que el propio estilo de escritura de Nesbø peca de lo mismo, infinidad de capítulos finalizan con una frase o un párrafo ambiguo que da a entender siempre algo distinto de lo que de verdad es, pero provocando continuamente un cierto suspense, que de tan manido y manoseado termina siendo hasta cierto punto agotador.




Harry Hole es el protagonista y el eje sobre el que giran todas las novelas de su serie. Y tal es así, que según han ido pasando las novelas, el único personaje que queda desde el principio es él. El resto han ido desapareciendo de una forma u otra. Y hablando de los personajes, Harry Hole, que en esta novela ya tiene cuarenta años, pero sigue siendo el mismo que en la primera, apenas ha evolucionado, apenas se ha profundizado en él, desde el principio tiene sus episodios de borrachera, que no dejan de suceder de una novela a otra, y que suelen provocar paradójicamente no el derrumbe sino el esclarecimiento del misterio. En cuanto a los otros personajes, han variado pero al final son también los mismos. Así, Ellen Gjelten, su primera compañera, fue asesinada en Rødstrupe (Petirrojoquizá la mejor de todas con su trama de nazis noruegos, pero después podríamos decir que la sustituyó Beate Lønn, que apareció en la siguiente, Sorgenfri (Némesis), que ocupa un lugar destacado hasta la nuestra, El muñeco de nieve, donde casi ha desaparecido de escena, y donde ha aparecido Katrine Bratt. En cuanto a otros compañeros y jefes, su joven compañero Halvorsen ha tenido el mismo recorrido, más o menos, que Beate Lønn, cayendo en la anterior, Frelseren (El redentor), mientras que su primer jefe Bjarne Møller, ha tenido un lugar destacado, como amigo y salvador de Hole hasta Marekors (La estrella del diablo), pero ya en El redentor se ha medio jubilado en Bergen y allí opta por desaparecer, implicado en el caso del policía corrupto Tom Waaler, inductor del asesinato de Ellen, su primera compañera, y cabeza visible de la trama de corrupción organizada dentro de la propia policía que Hole a lo largo de las novelas ha ido desvelando y que al final ha implicado a su propio jefe Møller, y del actual, Gunnar Hagen, que ya lleva un par de novelas, podríamos decir que tiene una relación ambigua, como no podía ser menos en unas novelas donde todos son sospechosos de algo. Y eso es precisamente lo que las va vinculando unas novelas a otras, a lo que se añade los altibajos amorosos con Rakel Fauke, que apareció en Petirrojo y por ahora no ha abandonado la serie, aunque antes Hole ya tuvo un enamoramiento que terminó malamente en Flaggermusmanenn –la primera de la serie– con la sueca Birgitta Enquist o luego dentro de los bajos con Rakel, alguna escaramuza como en El redentor, pero aquí, en El muñeco de nieve vuelve a escena y de una forma protagonista Rakel y su hijo Oleg, ella porque a pesar de tener una nueva relación que va camino de casamiento con el médico Mathias Lund-Helgesen, no deja de engañarlo con su verdadero amor, Harry Hole.



En fin, que El muñeco de nieve es más de lo mismo, y lo mismo a veces gusta y a veces cansa, depende del momento de la lectura, donde a veces buscas lo mismo porque gusta y a veces necesitas cambiar porque estás cansado de lo mismo. Así es Harry Hole o las novelas de Jo Nesbø, que gustan o cansan dependiendo del momento. Porque en definitiva en El muñeco de nieve nos vamos a encontrar asesinatos cada vez más macabros, sospechosos casi culpables que luego dejan de serlo, el momento alcohólico de Hole que propicia el descubrimiento, la persecución final en este caso con Rakel de protagonista sufriente, como la prueba final que tiene que pasar el héroe y que siempre supera, el castigo del culpable y todos todos los ingredientes típicos de una novela de Hole, como no podía ser menos y que suponemos se repetirán en El leopardo. En octubre lo sabremos. 


El muñeco de nieve (traducción de Carmen Montes y Ada Berntsen), RBA, 2013. 




(1) 1997. Flaggermusmannen.
(2) 1998. Kakerlakkene.
(3) 2000. Rødstrupe (Petirrojo).
(4) 2002. Sorgenfri (Némesis).
(5) 2003. Marekors (La estrella del diablo).
(6) 2005. Frelseren (El redentor).
(7) 2007. Snømannen (El muñeco de nieve). Lectura
(8) 2009. Panserhjerte (El leopardo). Lectura
(9) 2011. Gjenferd.
(10) 2013. Politi

sábado, 9 de agosto de 2014

El noveno círculo de hielo y Helsinki Blood, de James THOMPSON




Lucifer’s Tears o, como se ha traducido al español, El noveno círculo de hielo, es la segunda novela de la serie del inspector Kari Vaara, mientras que Helsinki Blood es la última novela, la cuarta de la serie, en la que dicho inspector termina siendo comisionado del National Bureau of Investigation o NBI. Su autor, James Thompson, es un estadounidense afincado en Finlandia desde hace quince años que acaba de morir inesperadamente el 2 de agosto de este 2014, es decir, hace apenas unos días.

De los cuatro libros de la serie –estaba por aparecer este año el quinto, Helsinki Dead, del que no sabemos si ya estaba terminado o no a la hora de la muerte de su autor–, el primero, Snow Angels (Ángeles en la nieve), es el único que no se ambienta en Helsinki sino en Kittilä, un pueblo situado en la parte baja del Círculo Polar Ártico, lugar de procedencia de Kari Vaara y en el que precisamente la ambientación juega un lugar protagonista en la novela. Incluso, podemos añadir, el cambio de lugar provoca en toda la serie un cambio sustancial en la propias novelas, una, podríamos llamar, degeneración argumental que tiene que ver a su vez con una degeneración física y moral del propio protagonista de las mismas, Kari Vaara.

Situémonos, en la primera novela, Ángeles en la nieve, Kari Vaara es un simple inspector de policía de Kittilä, casado con Kate, una norteamericana que trabaja como directora general de un gran complejo turístico. Ella está embarazada de gemelos y está a punto de perderlos en un accidente de esquí donde se rompe el fémur. Gran parte de la novela trata de las difíciles relaciones por el contraste cultural que se da en la pareja. El caso al final tiene que ver con la propia historia personal de Vaara, donde su exmujer Heli cobra protagonismo, al igual que su actual marido Seppo Niemi, al principio el principal sospechoso, y en la que incluso su compañero, el sargento Valtteri, un “laestadianista devoto”, juega un papel inesperado.   

Decimos, Ángeles en la nieve, excepto por ese final que diríamos un tanto aparatoso, se mueve en un ámbito, llamémosle, hasta cierto punto coherente, aunque su desarrollo se vaya enrevesando a medida que avanza la novela y el contexto familiar, no sólo el de la pareja protagonista, sea un lugar más de conflictos que de otra cosa. Todo el entramado se inicia con el asesinato de Sufia Elmi, una actriz negra de películas de serie B. Ella es una hija de somalíes ya establecidos en Finlandia años antes. Y su asesinato, por el grado de crueldad, en un principio podría tener ciertos rasgos xenófobos, aunque su desarrollo posterior nos lleve por otros derroteros. Pero ya en ella, en la novela, decimos, se muestran ciertas exageradas características que en las sucesivas se van a amplificar hasta desfigurar las propias novelas.

En El noveno círculo de nieve, año y medio después, Kari Vaara, debido, entre otras cosas, a ese final espectacular de la anterior novela, se ha trasladado a Helsinki, al departamento de homicidios –murhoryhmä– de la comisaría de Pasila, y Kate, que perdió a los gemelos pero ahora vuelve a estar embarazada, dirige el único hotel de cinco estrellas de la ciudad. Aquí, Jyri Ivalo, el comisario superior de policía, que ya apareció en la novela anterior, cobra especial protagonismo como sospechoso por su afición al sexo y como –diríamos– el inductor del mal en las siguientes novelas, y aparece el nuevo compañero de Vaara, Milo Nieminen, un sargento de 25 años, de rasgos ciertamente extremos, con un coeficiente intelectual superior, exageradamente aficionado a las armas, además de hacker metido a policía. A ello añadimos la familia de Kate, su hermana Mary, incapaz de adaptarse a una nueva cultura, y su hermano John, borracho y drogadicto, que vienen a ayudar –entre comillas– a su hermana con su futura hija, Anu. Y el caso, el sangriento asesinato de Iisa Filippov, aficionada al sexo, estonia como su marido, Ivan, un hombre de negocios adinaerado en Helsinki con vínculos mafiosos, y con Linda Pohjola, la secretaria de éste, completando el triángulo, más la investigación paralela, ordenada desde las altas esferas de la política finlandesa, sobre un asesino de guerra, pero héroe nacional, Arvid Lahtinen, de 90 años, amigo y compañero de Ukki, el abuelo de Kari Vaara, que terminará siendo también amigo de Vaara, a pesar de su historial sangriento.

Si decimos que todo se resuelve envolviendo en la corrupción a todos o a muchos de los elementos políticos de la nación, incluido el ministro de asuntos interiores y el comisario jefe de policía, nos ayudará a determinar por dónde van a ir los tiros de las dos siguientes novelas, Helsinki White y Helsinki Blood. En ellas, Vaara comanda una especie de unidad oculta o secreta, organizada por Jyri Ivalo, contra la corrupción, que tiene todos los medios legales e ilegales para combatirla. Formarán parte de ella, el propio Vaara, su compañero Milo y se agregará Sulo Polvinen, Sweetness, como lo llama Kate, que apareció de forma tangencial en la anterior novela, un grandullón muchacho de apenas veinte años sin oficio ni beneficio, pero que cae bien a Vaara, y con gran dosis de aguante alcohólico y con un dominio de las armas extraordinario. Además Vaara tiene un tumor cerebral, anunciado en la anterior novela y que aquí le es extirpado, pero los efectos secundarios le convierten en un ser amoral donde roba a los ladrones para financiar sus propias investigaciones, que en este caso se ven encaminadas hacia los elementos de extrema derecha de la sociedad finlandesa. El caso se inicia con el asesinato de una política negra, Lisbet Söderlund y se enreda con incluso agentes secretos franceses como Adrien Moreau.

Porvoo, cerca de Helsinki, Finlandia
Lugar donde se encuentra la casa de Arvid Lahtinen
que termina heredando Kari Vaara
y donde se desarrolla parte de la trama de Helsinki Blood

La última novela, Helsinki Blood, parece estar pensada para que la degeneración en la que se ha convertido Helsinki White se mitigue un poco, aunque se inicia con el abandono de Kate del, por decir algo, hogar familiar, donde estaban todos metidos desde la novela anterior, Milo, Sweetness, sus novias o casi novias, Mirjami y Jenna, a pesar de la invalidez temporal de Vaara, debido al disparo en la rodilla del final de Helsinki White. Kate, que sufre estrés postraumático debido a lo mismo, decimos, se da a la bebida y se marcha a su país junto a su hermano John, aquel borracho y drogadicto que apareció en la segunda de la serie.

La excusa de la novela es el secuestro para la prostitución por las mafias, y que envuelve al cuerpo diplomático ruso, de una chica de trece años estonia que además tiene síndrome de Down, Loviise. Y parece un buen motivo para esa superación del deterioro moral que ha sufrido el protagonista en las novelas anteriores, pero aunque la trama se ajuste al objetivo, recuperando el protagonista a su mujer y la cordura moral en cierto modo, el deterioro argumental, la degeneración en la calidad de las novelas ha sido tan palmario, que el tumor que había amenazado de muerte al propio protagonista y que ya apareció al final de la segunda, también se instaló en las mismas novelas de tal forma que su desarrollo ha terminado por provocar una metástasis de tal magnitud que, creemos, no hay nada que las salve.     






(1) 2009. Snow Angels (Ángeles en la nieve).
(2) 2011. Lucifer’s Tears (El noveno círculo de hielo). Lectura
(3) 2012. Helsinki White.
(4) 2013. Helsinki Blood. Lectura
(5) 2014?. Helsinki Dead. [Posible publicación en 2014 o 2015, pero inacabada por la muerte de su autor el 2 de agosto de 2014]