Hablando
de Herejes, publicada este mismo año, nos asalta la duda de si incluirla en la
serie. Sale Mario Conde y tiene cierta investigación policial en la tercera
parte, pero…
La cola de serpiente, sin ser de "Las cuatro estaciones", se circunscribe en el mismo año, a finales de la primavera, y ocurre cuando Mario Conde todavía es policía. Ahora es un caso que ocurre en el barrio chino de La Habana, la muerte de Pedro Cuang, que tiene que ver con el padre de una compañera policía de el Conde, Patricia Chion, y nos sumerge en un ámbito distinto, el de los inmigrantes chinos en La Habana y su integración en ésta.
En
cambio en Adiós, Hemingway y La neblina de ayer, el Conde ha dejado de ser
policía, su despido voluntario sucedió en Paisaje de otoño y ahora es –llamémoslo así– un buscador de libros antiguos, aunque en Adiós, Hemingway aún no esté
desarrollado del todo. Lo que tienen en común ambas es el elemento de recuerdo
de un misterio que ocurrió en el pasado. En el caso de la primera de las dos,
es un posible asesinato de un agente del FBI ocurrido en la casa donde
Hemingway vivía en La Habana. Aquí es Manuel Palaciós, ya teniente, el que de
alguna forma rescata a Mario Conde para que le ayude con las pesquisas. En
cambio en La neblina de ayer será Mario Conde el que necesite del policía para
investigar algo que tuvo que ver en cierto modo con su padre, la desaparición
de una cantante de boleros, Violeta del Río, que se mezcla con un asesinato, el
de Dionisio Ferrero, propietario junto a su hermana de una majestuosa biblioteca que quiere poner
en venta. Mientras en Adiós, Hemingway el misterio venía
exclusivamente del pasado con los recuerdos de Rufino el viejo, su abuelo,
asaltándole, en La neblina de ayer hay un caso que provoca la evocación de La
Habana de los cabarets de los años 50 y 60 y otro que ocurre en la pobreza de
la actualidad, donde la desesperación por comer provoca negocios que en otro
momento no ocurrirían. Aunque ambas muertes sean más producto de hechos pasados
que presentes.
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Cabeza de Cristo, hecha en vida Rembrandt |
Herejes
es una novela compleja, a veces demasiado prolija, que puede ser catalogada de histórica, política, policiaca pero que
tiene a Mario Conde –excepto en el Libro de Elías– como el elemento vertebrador
que afinca su contenido a la tristeza del cubano y a la alegría del cubano.
Porque Mario Conde siempre nos lleva a esos dos extremos: a la nostalgia del
triste recordador, que a la vez es una forma de evadirse del triste presente
para acercarnos a la alegría de lo pasado porque allí, a pesar de los crímenes,
que los hay, nos sentimos de alguna forma seguros y, sobre todo, más libres
porque todavía no ha empezado lo peor, que es darnos cuenta de lo que somos y
en donde estamos y cómo de lejos queda lo que en algún momento pretendimos ser. Y
eso da igual que sea en Cuba o en cualquier otra parte del planeta.
1991.
Pasado perfecto. ["Las cuatro estaciones". Invierto, 1989]
1994.
Vientos de cuaresma. ["Las cuatro estaciones". Primavera, 1989]
1997.
Máscaras. ["Las cuatro estaciones". Verano, 1989]
1998.
Paisaje de otoño. ["Las cuatro estaciones". Otoño, 1989]
2001. La cola de la serpiente (reescrita en 2011). [Primavera, 1989]
2001.
Adiós, Hemigway. [Verano, 1997]
2005. La neblina de ayer. [Verano, 2003]
2013. Herejes. [Septiembre,
2007] Lectura
Compañero, una completa y excelente entrada. A Padura y su Mario Conde les tengo en pendientes. Pronto me meteré con ellos. Un abrazo.
ResponderEliminarRecién vista y admirada la serie TV y buscando la secuencia de los libros. Su recensión me es muy útil. Gracias
ResponderEliminarExcelente la tetralogía y buenísima la versión de Viscarret en Cuatro Estaciones
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