No son series de televisión, aunque permiten una secuencia. No son series de televisión policíacas, aunque pueden ser la raíz y son policíacas. No son asesinos en serie, aunque los hay. Son series de detectives o investigadores: Marlowe, Rebus, Conde, Beck, el agente de la Continental, Bosch, Morck, Jaritos, Romano, Grens, Grave Jones y Coffin Johnson, Sejer, Bevilacqua, Wilhelmsen, Adamsberg, Erlendur... Y se sitúan en cualquier lugar, son de cualquier lugar: la muerte está en todas partes.

lunes, 28 de abril de 2014

El hijo único, de Anne HOLT




Demonens død o, como se ha traducido aquí, El hijo único –evidentemente sin guardar fidelidad al título original, que se traduciría como "La muerte del demonio"–, es la tercera novela de la serie de la subinspectora del Grupo de Homicidios de la comisaría de Oslo Hanne Wilhelmsen. Hasta ahora se habían publicado en español las dos primeras y la última –de la que hice una lectura cuando salió su traducción en el 2013–, aunque ésta se sitúa bastante alejada de las siete primeras –ver bibliografía– tanto en el tiempo de su escritura como en la trama en sí, ya que Wilhelmsen ya había dejado de ser policía y se encuentra en una silla de ruedas y por tanto el caso tiene que ver más con la casualidad de que se encuentre en el tren y después en el hotel donde ocurren los hechos que con la necesidad de investigarlos, que en un principio brilla por su ausencia, como ya comenté en su momento.

Volviendo a la novela que nos ocupa, El hijo único se publicó originalmente en 1995 y se sitúa detrás de Blind gudinne (La diosa ciega) y de Salige er de som torster (Bienaventurados los sedientos), primera y segunda de la serie respectivamente. Y aunque apenas se aleja uno y dos años de las anteriores, su trama sí que tiene alguna diferencia con ellas, como iremos viendo.

La diosa ciega le sirvió a su autora para introducir a los personajes principales de la serie. Aquí por primera vez nos encontramos con la subinspectora Hanne Wilhelmsen y también con el fiscal adjunto Håkon Sand. La primera una persona hermética, muy celosa de su intimidad, que no sabemos muy bien si es debido a su homosexualidad, que por otro lado tiene perfectamente asumida, aunque se supone que es con respecto a los demás, en un ámbito, el policial, quizá donde pudiera estar no muy bien vista esa tendencia sexual, pero todo esto son apenas elucubraciones, pues da a entender la novela y la serie en general que el problema es más bien de la propia protagonista y su miedo a expresarse más que a otra cosa. En cuanto al fiscal adjunto, Håkon Sand, su carácter o su tara, si es que hablamos de esto, es más bien su cortedad, es decir, que no es un hombre con grandes dotes, y quizá comparado con los que le rodean, sea esa precisamente la característica que se destaca. Y más si tomamos en cuenta a Karen Borg, amiga de éste –que luego será algo más–, también abogada, pero en su caso estudiante ejemplar y con éxito en su carrera de abogada, aunque no en el ámbito de lo penal, que no es el suyo. A ellos habría que añadir a personajes algo secundarios como Billy T. o la pareja de Hanne, Cecilie, una médico, que en cuanto a personalidad se aleja bastante del hermetismo de su chica y de ahí algunos conflictos que se van a ir viendo en la serie.

Como decimos, la trama de La diosa ciega es bastante enrevesada, con una serie de muertes, la primera de un drogadicto, posiblemente ocasionada en un principio por la mula, un holandés llamado Han van der Kerch, pero que luego se va a complicar con el asesinato de un abogado, Hans A. Olsen, cuya conexión va a ser lo que les va a llevar a Hanne y a Håkon hacia una trama muy bien organizada y que se dirige hacia altos cargos de la justicia del país, y cuyo final no deja de resultar un tanto rocambolesco.

Algo más sencilla es la trama de Bienaventurados los sedientos, novela más corta, con menos aspiraciones, podríamos decir, y que tiene el tema de la violación de mujeres y del racismo como elementos vertebradores, aunque quizá éste último esté menos desarrollado. Unos escenarios cubiertos de gran cantidad de sangre, tanto humana como animal, pero sin víctimas, que aparecen todos los sábados, unido a la “errónea” violación de Kristine Haverstad, también ocurrida un sábado por la noche, hará que Hanne poco a poco vaya atando cabos y relacione ambos sucesos. Siguen trabajando codo con codo Wilhelmsen y Sand, aunque el fiscal adjunto tiende a tener menor protagonismo que en la primera de la serie.

Y todavía más, o menos, en El hijo único donde ni siquiera aparece. Hanne Wilhelmsen ha sido ascendida, ha pasado de ser una mera investigadora a ser subinspectora –aunque ya lo era antes, no sé si por algún error de traducción–, el caso es que su labor actual debería ser la de coordinar y dirigir a sus investigadores, entre los que se encuentra el grandullón Billy T., que ya había aparecido en las anteriores, pero simplemente como compañero de promoción y amigo –es el único que sabe de su homosexualidad–, y como miembro de los antidisturbios, mas ahora está bajo las órdenes de Hanne como investigador de homicidios, junto a Erik Henriksen y Tone-Marit Steen.



Pero, como decíamos anteriormente, esta novela se separa algo de las dos previas y no sólo por la no participación de Håkon Sand, sino porque el protagonismo adquirido por las víctimas-asesinos es mayor. En este caso el hogar de acogida donde se cuida a los niños huérfanos o con problemas familiares, el entorno de la casa, los trabajadores de ella, los propios niños tienen un desarrollo aparte, están más trabajados, intentando la autora dar mayor realce a estos elementos de la trama, incluso hay capítulos donde es la madre de Olav la que nos va narrando la infancia de este, como dándonos las bases de su carácter conflictivo. Es decir, que el elemento policial corre paralelo a este otro. Eso no quiere decir que en las anteriores no hubiese también un desarrollo de esa parte, pero quizá se le daba menor protagonismo que en esta, destacándose más la labor policial.

Y a lo mejor es por eso por lo que el final de la novela nos deja un poco, como diríamos, insatisfechos con los policías, con Hanne y con el resto, pero quizá eso no es achacable a esta novela, quizá no lo es porque en realidad si tenemos en cuenta todos los finales de las anteriores, el llegar siempre tarde o a destiempo, el que la casualidad juegue un papel demasiado importante, el que a pesar de descubrir finalmente todo el embrollo, eso no sirva de nada o de casi nada, en fin, todo eso nos deja la impresión de que, por mucho que se resalte en las sucesivas novelas la pericia de Hanne Wilhelmsen, ésta no sea tan destacable como parece.      

A lo mejor –y estamos buscando una explicación alternativa–, a lo mejor, decimos, los finales son así porque la justicia, si es que la hay, termina siendo, como rezaba el título de la primera de las novelas de la serie, termina siendo total y absolutamente ciega: La diosa ciega o, en su noruego original, Blind gudinne.






(1) 1993. Blind gudinne (La diosa ciega).
(2) 1994. Salige er de som tørster (Bienaventurados los sedientos).
(3) 1995. Demonens død (El hijo único). Lectura
(4) 1997. Løvens gap (En las fauces del león). Lectura
(5) 1999. Død joker.
(6) 2000. Uten ekko. Escrita con Berit Reiss-Andersen.
(7) 2003. Sannheten bortenfor.
(8) 2007. 1222 (1222). Lectura 

2006. Presidentens valg (Una mañana de mayo). [Pertenece a la serie de la profiler Inger Johanne Vik y del policía Yngvar Stubø, pero aparece Hanne Wilhelmsen, ya retirada de la policía y en silla de ruedas, como amiga de Vik. Ver lectura de la serie]

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