No son series de televisión, aunque permiten una secuencia. No son series de televisión policíacas, aunque pueden ser la raíz y son policíacas. No son asesinos en serie, aunque los hay. Son series de detectives o investigadores: Marlowe, Rebus, Conde, Beck, el agente de la Continental, Bosch, Morck, Jaritos, Romano, Grens, Grave Jones y Coffin Johnson, Sejer, Bevilacqua, Wilhelmsen, Adamsberg, Erlendur... Y se sitúan en cualquier lugar, son de cualquier lugar: la muerte está en todas partes.
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viernes, 20 de septiembre de 2013

Muerte en la escuela, de Giorgio SCERBANENCO

Duca Lamberti es un ex médico que perdió su licencia debido a que ayudó a morir a una anciana enferma de cáncer. Es decir, lo primero que sabemos de Duca Lamberti y lo primero que nos muestra Giorgio Scerbanenco sobre su personaje es un problema filosófico-moral: la eutanasia.

Y eso es lo que distingue y diferencia a Duca Lamberti y a las cuatro novelas de la serie donde él es protagonista con respecto a otras series/novelas policiacas: la capacidad de trascender los problemas sociales y legales cotidianos hacia un ámbito de ideas y de sentimientos que para determinada gente estaría fuera del lenguaje de la novela policiaca pero que Giorgio Scerbanenco arriesgadamente sabe amalgamar y que en gran medida podemos ver en I ragazzi del massacro (Muerte en la escuela).

Su originalidad radica en que mezcla dos tipos de lenguajes: el rudo y negro de la delincuencia –aunque matizado a veces por muchos eufemismos sexuales–, donde la violencia y la sangre están muy presentes, y el lenguaje cargado de un cierto transfondo filosófico y reflexivo y todo dentro de unos argumentos en general bien entramados donde el mundo de la prostitución es un lugar común.

Piazza del Duomo. Milano.
Foto: Archivo personal
Son sólo cuatro las novelas que Scerbanenco publicó con Duca Lamberti de protagonista, justo en su último periodo de producción –Scerbanenco murió en 1969 y sus cuatro novelas se publicaron de 1966 a 1969 exactamente–. En Venere privata (Venus privada) aparece por primera vez el personaje y los personajes que le ayudan y secundan: su futura pareja Livia Ussaro, el inspector y amigo de su padre Carrua y el policía que acabará siendo su compañero inseparable Mascaranti, más su hermana Lorenza y su sobrina. Lamberti acaba de salir de la cárcel y contratado para de alguna forma ayudar al hijo de un ingeniero con problemas más psicológicos que de otro tipo se ve envuelto en la investigación de la muerte de una chica Alberta Radelli que en apariencia se ha cortado las venas. La deriva terminará en un caso extraño de trata de blancas alistadas para prostituirlas en una red que envuelve a toda Europa posiblemente. Y el ex médico se convertirá en investigador si bien aún no policía. Sí que lo será pero a tiempo parcial en Traditori di tutti (Traidores a todos) donde se envuelve en una trama de mentiras con el trasfondo del tráfico de drogas y el crimen organizado como guías. El final un tanto extravagante nos lleva a una venganza que para Lamberti no deja de ser justificada.


De las cuatro será I ragazzi del massacro la mejor con diferencia, en la que Scerbanenco hace un esfuerzo por mostrarnos el lado oscuro de la sociedad donde el contexto hace que chicos adolescentes no sepan delimitar los bueno de lo malo y se vean envueltos en la violación y asesinato de su profesora Matilde Crescenzaghi. Aquí la vida personal del propio Lamberti también está más desarrollada, acentuándose con la muerte por pulmonía de su nieta de dos añitos. Los sentimientos ocupan un lugar primordial en esta novela y no sólo los personales sino los que provoca el propio crimen tan brutal e injustificable.

La cuatrilogía acaba con I milanesi ammazzano al sabato (Los milaneses matan en sábado) en un caso nuevamente de prostitución, pero también de rapto y de asesinato. En esta última novela Lamberti ya es plenamente policía y no sólo eso sino que al final de la misma también recibe de nuevo la licencia para ejercer de médico. Es decir su vida personal –vive con Livia Ussaro felizmente en su apartamento de la plaza Leonardo Da Vinci de Milán– y profesional es de alguna forma plena, no lo es el mundo en el que vive capaz de prostituir a una disminuida psíquica. Nuevamente la venganza, como ya ocurrió en la segunda novela de la serie, se convierte en la verdadera justicia ya que la justicia y en este caso los que persiguen a los culpables, los que intentan ayudar a ejercerla, siempre van por detrás y siempre llegan tarde y muchas veces ni siquiera puede llamarse como tal.         





1966. Venere privata. (Venus privada)
1966. Traditori di tutti. (Traidores a todos)
1968. I ragazzi del massacro. (Muerte en la escuela) Lectura
1969. I milanesi ammazzano al sabato. (Los milaneses matan en sábado)